El oftalmólogo Javier Rodríguez

La coral de Voces Blancas de la extinta Caja General de Ahorros de Canarias, que fundara y dirigiera Alberto Delgado, en la actualidad presidente de la Fundación CajaCanarias,  conquista el acogedor Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. Puede ser un día cualquiera de los postreros años de los setenta en donde la Transición Democrática (generosa, cabal, lúcida, instruida) miraba hacia el futuro sin sospechar que en 2016 sus variopintas señorías serían incapaces de formar gobierno, maniatadas por parcas y tercas soberbias maniqueas.

La voz infantil del nutrido grupo de menudos sube y baja por el telar del torreón de tramoya. Y revolotea sobre el espacio escénico mientras envuelve de candor platea y palcos. Los niños corean ajenos a la trascendental realidad política del país. Su universo es otro. Su jerarquía de valores es otra. Y son felices. Y los progenitores de las criaturas, prendados del cante celestial, también.

Pasan las estaciones y la generación que entonaba como los ángeles deja atrás la candidez. Ley de vida. Pero el que tuvo retuvo y uno de aquellos pimpollos aprovecha su paso por la Facultad de Medicina de La Laguna para parchear y fanfarronear embutido en pantalones gongorinos y jubón con beca amarilla.

Javier Rodríguez es el solista de la tuna y pulsa la bandurria e imborrables e intensas primaveras universitarias que transcurren entre horas de estudio, alguna melé y cómplices serenatas en torno a una bien avenida familia de grillos: Celestino Concepción, Alberto Domínguez, Juan Carlos Falcón, Juan Carlos García, Eduardo Garcinuño, José Ramón Lastres, Fran Márquez, Tomás Molina, Víctor Ramos, Francisco Sosa… Y Chicho (Vikesh Mathani), a quien mañana domingo, 4 de agosto, seguro, se le rasgarán los ojos cuando el Papa Francisco canonice a la madre Teresa de Calcuta. Y luego se suma Fernandito Hernández, el novato que se hizo grande y hoy babea con su tercer hijo recién nacido.

La prensa universitaria de entonces publica la serie El asesino de tunos bajo la firma de un imberbe Roberto González antes de dar el salto a la tele canaria, en donde hoy es jefe de Informativos. “Tuno bueno el tuno muerto”, dice la canción de Def Con Dos, contrapuesta a clavelitos, amapolas o libros empeñados en el monte de piedad.

Historias de panderetas que, más tarde, dan paso a salidas esporádicas, a parrandas y a partidas de envite con Tío Carlos en El Caribe y El Lobo que nunca gana en el tumbo a tumbo porque el rey de lo virado no puede con la malilla. Y cantamos el Pavo real de José Luis Rodríguez, El Puma. Hace tiempo que no gritamos “¡Siete!”. Hace tiempo que no vuela el gorrión venezolano…

Historias de médicos. De miles de diagnósticos y cirugías que desde hace una década se acometen con éxito en el Centro Oftalmoquirúrgico del doctor Javier Rodríguez, impulsor, ahora, de la Clínica Nivaria, acontecimiento que situará a la Isla en la excelencia de la Oftalmología internacional.

Historias ordinarias y honestas que abren murallas (“¡Tun, tun! / ¿Quién es? / Una rosa y un clavel”). Historias de amores que ponen la piel de gallina. Historias corales que nunca pierden el horizonte, aunque amenace zozobra, porque detrás hay buena gente. Y con eso nos quedamos. Y dos piedras.

 

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