Mercedes Ortega, actriz y presentadora de televisión.

Resulta que hay individuos del Gigante del Norte que en sus tarjetas de presentación incluyen “No TV”. Esto es, dejan más que patente que no acuden como invitados a programas de la tele. La iniciativa se está extendiendo entre intelectuales y gente con avezada materia gris que, lógicamente, aparte de no distraerse ante el aparato, tampoco malgastan su tiempo en los estudios de grabación.

Esta decisión contrasta con la enfermiza práctica de hoy en día de chupar cámara al precio que sea, para euforia o vergüenza ajena de propios y extraños. Mientras esto cavilo, casualidad, llaman de la triste Canaria para invitarme a un espacio de debate presentado por Mercedes Ortega denominado “Cuando el río suena”, nombrecito, la verdad, muy propio para estos tiempos de vilipendios, insultos, murmuraciones y demás malas costumbres de correveidile.

Mercedes es una buena chica. La desnudé hace años en el hotel Bahía del Duque junto a Carlos González, que ahora dirige una serie de proyectos de animación en La Mirada, productora veraz que no se ha dejado atrapar por la miseria de la pequeña pantalla. Ana Sánchez Gijón, Alfonso Ruiz y Juan Antonio Castaño son unos excelentes profesionales.

Por aquel entonces Mercedes, actriz, comenzaba en la Autonómica. La gobernaba Jorge Bethencourt; y a su lado, Lucas Fernández, director de actualidad gracias a “Óscar. Una pasión surrealista”. A la premier no faltó nadie. La alfombra roja nos hace importantes… Todavía no he visto la peli ni, en consecuencia, el morreo publicitado entre Victoria y Emma, aunque no es algo que me quite el sueño. Hubiera sido más impactante un boca a boca entre Yanely y Caco Senante.

En fin, es una pena que Mercedes, que es, salvando las distancias, como nuestra Concha Velasco (sin “c” de Zapatero”) o Isabel Gemio, haya caído en las garras de la tele basura. Esta mujer se merece algo más. Quizás, un papel en la próxima de Lucas o en alguna de Fresnadillo o David Cánovas. A lo mejor no tiene representante que la cuide… Por cierto, no perdí el tiempo en el río ese.

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