Tardeo en el Puerto de la Cruz y mañana en Costa Adeje. Gran Hotel brilli brilli en el azul. Se pone el sol en Tenerife, en el paraíso atlántico.
Treinta años después el periodismo no ha cambiado. Todavía hay historias que contarle a la gente y papel de periódico para cubrirse de madrugada.
El librero de La Laguna lamenta la pérdida de la verdadera isla del tesoro. Y la lloramos en vida, con el corazón latiente, junto a Nely Chinea (Ifara), las mujeres de Izaskun, el atril de Alberto y el punto com de Agapea.
Los comicios de 2019 supondrán una nueva salida para la diputada socialista y demás servidores del pueblo que necesitan del sueldo gubernamental para llegar con holgura a fin de mes.
El martes te mandé un wasap. Seguro que fuiste uno de los primeros en enterarte del fallecimiento de Victoriano Ríos. Se iba tu exjefe y algo más. Es lo que tiene la política y el periodismo. La misma pasta. Las mismas miserias y brillos.
Posiblemente, somos más canarios y universales gracias al director de Los Sabandeños y a sus acordes de caracola; envites hacia otros ritmos americanos y latinos que (tun tun) abren murallas.
Malditas maniobras mezquinas que desprestigian la democracia. Algunos miles después la decepción de Platón sigue vigente. Una pena que Puerto de la Cruz sea víctima de esta partida inconclusa que hastía, aunque el objetivo sea (dicen) el bien común y que el PSOE recupere la Alcaldía. En ella estuvo entre 1991 y 1995 Salvador García Llanos, periodista letrado y honesto, con arraigado espíritu socialdemócrata.
En su despacho de Brickell Avenue tenía hilo directo con Emilio Botín y después con su hija Patricia. Hace algunos años decidió dejar el grupo bancario, crear una asesoría financiera y, desde la capital del mundo latino y, en breve, igualmente desde Madrid, continuar con sus aciertos, afectos y reconocimientos.