La Academia Canaria de la Lengua no merece soberbias septentrionales ni complicidades de mundo chico.
La anécdota toponímica presente en la rica chocolatina de Binter es una muestra más de la tontería que envuelve a este país acomplejado con la marca España.
La rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa Aguilar, ha alzado una vez más la voz para reivindicar soplos que avivan aires paralizantes.
Que el palabro de marras sea un canarismo no lo exime de la malsonancia. Es un vulgarismo, como lo son tolete o machango.
El librero de La Laguna lamenta la pérdida de la verdadera isla del tesoro. Y la lloramos en vida, con el corazón latiente, junto a Nely Chinea (Ifara), las mujeres de Izaskun, el atril de Alberto y el punto com de Agapea.
La presentación de la primera novela ('El patio de las flores') del distinguido filólogo fue propicia para sentir, de nuevo, como el frío de las calles de La Laguna cala en los huesos.
El expolítico, asesor en comunicación verbal, da sentido a la tarima, al PowerPoint, al puntero y a la mirada. Es el paraguas rojo que frena el aguacero bronquista y chanflón.
Alientos próximos y apreciados que atestiguan que, pese a la perversa posverdad que ensucia, las buenas historias, esas auténticas que sirven a la sociedad, las cuentan buena gente.
A PROPÓSITO DEL 'AQUARIUS'
La premio Canarias de Literatura en 2015 arrulla con poesía y nos trae el mar, en ocasiones, enemigo: “Truena tu voz. En oleaje / golpeas los escollos / y en tu fragor ignoras nuestros gritos...".
A la vera de Jorge Bethencourt, quien fuera subdirector cuando mi primera vez en una redacción, junto a una máquina de escribir, todavía estudiante, forjé mis amores entre rotos y descosidos. Y ahora, cerca de treinta años después, sacaremos un periódico juntos… Las avideces e inquietudes de entonces siguen vigentes.
Catedrático de Lengua Española en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Laguna, HHH es de lo mejorcito que tenemos por estos lares. Con una prolija producción científica y reconocimiento internacional, saca de donde no hay para entregárselo a la Academia Canaria de la Lengua, de la que es vicepresidente.
Al igual que los periodistas Chela o Juan Alberto Santana, se nos fue hace unos días, de sopetón, Adrián Alemán.