La obra de Plensa es cálida. Siete metros para una joven por la que se suspira ajena a banderías y ruidos. Gratifica la cultura, la poesía del sentimiento, la feminidad sin complejos.
La France reniega de Añazo. Nada que demostrarle a nadie. Los Campos Elíseos no perderán el tiempo con el pataleo de la isla canaria más cainita.
Los críticos con el museo del escultor francés en Santa Cruz de Tenerife, si se apuntan, que se reúnan en el rincón de pensar.
El legado del arquitecto requiere que Santa Cruz de Tenerife tome conciencia de la riqueza escultórica que atesora en su espacio urbano y le rinda el homenaje que merece.
Tenerife Espacio de las Artes es estos días un territorio único de materia contemporánea, como el Ten-Bel modélico que los arquitectos se sacaron de la manga (prodigiosa) y hoy en día es el "Chernobil de Tenerife".
Nos afligimos ante el fallecimiento de uno de los arquitectos canarios referentes durante la segunda mitad del siglo XX. Y rezamos con él y le recordamos y peregrinamos a sus cuatro viviendas del Camino Largo de La Laguna como si fuéramos estudiantes de escuela universitaria ávidos de sueños o, simplemente, amantes del pulchrum que se recrean ante la forma.
Hace algunos días, como todos los años por estas fechas, recibí su felicitación. Se espera. Es tradición. Rienda suelta al juego de la existencia, a la provocación. No hay otro camino al color. Por eso el maestro enseña. Invita a pensar. Y sus alumnos particulares le hacen caso y esbozan.