Coincido con el periodista Carmelo Rivero: vienen tiempos mejores aunque suene a chiste.
Urge que la profesión periodística retome el bastión que dignifica su ejercicio.
En nuestra casa los juegos de manos, o sea, las peleas entre hermanos, eran juegos de villanos y solo, en ocasiones, los adjetivos tortolín y pajolero asomaban sandungueros.
La macroencuesta anual que Cision realiza a más de tres mil periodistas de todo el Mundo refleja una desconfianza creciente a los medios durante 2022.
Hoy iré a Santa Cruz desde los aguacateros de mi medianía. Luego subiré a La Laguna junto a los verodes.
El periódico La Tarde cerró, pero su herencia impresa nos recuerda que, pese a las injerencias políticas, el buen periodismo y la crítica astuta es posible.
Rechinan las banderías ideológicas y mezquinas que anteponen, los discursos maniqueos de buenos y malos, “hunos” y “hotros”, rojos y nacionales.
Juan Cruz tiene un libro pequeño y hermoso que ahonda en el territorio de su memoria. Se lo dedica a sus padres y hermanos. Y también me lo dedicó a mí un 4 de enero de 1996. El autógrafo recuerda que los dos compartimos memoria. Esa familiar que nos une al periódico 'La Tarde' de Santa Cruz de Tenerife, que este próximo mes de octubre hubiera cumplido noventa años.
El periodista podría ser el último mohicano de aquella tribu de 'Gaceta Semanal de las Artes'. Continúa en la brega más afanoso que nunca y se reinventa. La innovación es necesaria. En Twitter se llama @cosmejuan: seudónimo digital con el que llega a mucha gente. No es Cristiano ni el papa Francisco ni Lady Gaga, pero sus números son de 'influencer'.
La marca-ciudad de Santa Cruz, diseñada por Pepe Valladares, sacaba pecho e hinchaba al alcalde José Manuel Bermúdez, quien se maneja muy bien en estos tenderetes. El objetivo promocional estaba cumplido y la bandera del orgullo patrio ondeaba alta. Ahora, solo queda ponerle entendimiento al corazón.
El poeta deja regusto en la sesión del Foro de la Fundación Canaria para la Educación y la Cultura. Estamos como en familia y evidenciamos que la poesía es necesaria porque, con ella, resultona o no, a veces nos secamos las lágrimas.