Alejandro Krawietz

Hay personas brillantes. Y una de ellas es Krawietz. Hacen muy bien todo lo que se proponen. Son fenómenos, no como Ambrosio (El fenómeno de Taganana), que formó parte del imaginario de mi generación cuando éramos pibes. El hombre, al parecer, sufría el síndrome de Crouzon, esto es, Disostosis craneofacial. Miguel Arocha es otro portento. Catedrático de Pintura de la Universidad de La Laguna, es un cotizado pintor que cultiva el virtuosismo con una guitarra entre las manos o con códigos de desarrollo software. Un genio cuya sensibilidad ha heredado su hija Alicia, diseñadora de la reconocida y estilosa marca de bolsos y marroquinería de lujo Alilovesyou. Además, estos seres humanos no se jactan con reiteración de sus desenvolturas. No estofan el buche con vanos engreimientos que, al final, deslucen el mérito. Encantados de conocerse.

Por cierto, en Taganana me gustaría vivir y morir. Al pueblo puedes llegar tras caminar Las Vueltas, sendero de especial belleza a través de laurisilva, fayas, brezos y bancales de cultivo. En este caserío entrevisté a Isidoro Cantero en agosto de 1993 con ocasión de su sesenta aniversario sacerdotal. Difícil olvidar aquel encuentro que siempre tendré presente y que Lucio Llamas inmortalizó con unas fotografías magníficas. El cura de Taganana falleció en 2004 a los cien años de edad. Quien todavía transita por sus calles empedradas es Rafael Venezuela, el mecánico de cabecera de los vehículos familiares.

Krawietz, decía, tiene talento y, al igual que pedalea en bicicleta de montaña (fue campeón provincial en su etapa universitaria), compone versos con maestría, juntados ya en unos cuantos libros: «La mirada y las támaras», «Memoria de la luz» (Premio Pedro García Cabrera) o «En la orilla del aire» (Premio Emeterio Gutiérrez Albelo). Su producción literaria se completa con más publicaciones, artículos, ensayos… Una vasta, lúcida y hermosa creación que refrenda eso de que “lo imposible es posible gracias al poema, a la palabra”, escribe. Su poética abstrae y la sumo a la del amigo Carlos Javier Morales, estudioso de José Martí enfrascado en las esencias que le transmitió el también intelectual cubano Gastón Baquero. Como su paisano, vivió en el monstruo y conoció sus entrañas. Un día, recuerdo, este escritor y periodista despertó mis sueños entre cipreses al albor del ahora indigente Parque Cultural Viera y Clavijo…

Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Literatura en la Universidad francesa de la Bretaña Occidental entre 1997 y 2001, Krawietz coordina el teatro-cine-auditorio de Guía de Isora y dirige su biblioteca pública municipal. El emprendimiento tampoco le es ajeno y en 2004 fundará la empresa de gestión y asesoramiento cultural Eydós, a través de la cual participará, hasta finales de 2006, en el Plan Insular de Bibliotecas del Área de Cultura del Cabildo tinerfeño. En el curso de ese trabajo desarrolló junto a Francisco León un documento para definir el modelo insular de bibliotecas.

Y en estas, al alimón con encargos varios, ocupaciones diversas de difusión cosmopolita y el día a día de una familia numerosa, crea y conduce el Festival Internacional y Mercado de Cine Documental MiradasDoc, que hoy sábado clausura la décima edición. Alejandro Krawietz es, como exclamaría aquel, ¡un pedazo animal!

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