El Parque Nacional del Teide fue declarado Patrimonio de la Humanidad con la categoría de Bien Natural el 28 de junio de 2007. La noticia se hizo pública en la ciudad neozelandesa de Christchurch, donde estaba reunido el Comité de la Unesco. Se reconocía de esta forma su valor único y singular. Diez años después recordamos la efeméride y apreciamos que el Consejo de Gobierno de la Universidad de La Laguna haya iniciado, casualmente o no, los trámites para impartir un máster en Vulcanología. ¡Ya tocaba! Con Juan Carlos Carracedo y Nemesio Pérez no es suficiente.

Este territorio de lava, coladas y endemismos que siempre fascina es también Diploma Europeo por el Consejo de Europa y forma parte de los Lugares Red Natura 2000. Además, es el parque nacional más visitado de España y Europa al recibir millones de turistas, más de cuatro el año pasado. Esta realidad (dichosa, a todas luces, para la economía de Tenerife) tropieza, no obstante, con una obligada y necesaria conservación. En este sentido, el catedrático de Botánica Wolfredo Wildpret ha destacado que se advierte un excesivo gentío, en especial, en el cono del Teide. Eso sí, reconoce que el ochenta por ciento de su superficie se encuentra en “magníficas condiciones”. El criterio del que también es Premio Canarias y recién miembro del Comité de Honor del Instituto de Estudios Canarios se tiene en cuenta. No extraña, entonces, que el Cabildo de Tenerife, institución responsable de la administración del parque nacional, haya retomado la idea de cobrar una tasa por acceder al mismo con el objetivo de destinar lo que se recaude a la mejora del entorno. El presidente de la Institución insular, Carlos Alonso, está por la labor y su consejero insular de Medio Ambiente, José Antonio Valbuena, ya se ha puesto manos a la obra. La operativa prevé implementar también una serie de actuaciones encaminadas a una mejor gestión del paraje: rutas guiadas, acceso controlado y vigilado al Pico, venta de artículos promocionales… No suena mal.

Una de las primeras personas en enterarse del reconocimiento de 2007 fue Milagros Luis Brito, en aquel momento viceconsejera de Política Territorial del Gobierno de Canarias y que se había trasladado a las antípodas, junto a una representación isleña, para seguir el proceso. El trabajo que lideró con vistas a conseguir la declaración fue esencial. Por eso, estos días su nombre ha saltado a la palestra. Política de raza, hace tiempo que no está en primera línea tras su marcha voluntaria de la vicepresidencia de la Zona Especial Canaria, cargo que, por otra parte, un suponer, no colmaba sus apetencias de servicio a lo público. No es fácil lidiar en el mundo (mezquino) de estos manejos. No es trago de sorbo agradable. El arte del gobierno, las mañas del poder y las estrategias que debe seguir el buen príncipe son urdimbres no aptas a cualquier estómago. Y fuera, extramuros, la ignorancia del lirio oculta los tejemanejes del pesebre. Y Milagros se cansó o la cansaron. Quizá es la razón por la que todavía no batalle por el ayuntamiento de Puerto de la Cruz, ciudad que la vio nacer y de la que fue teniente de alcalde.

Pero no la dejan quieta y ante los cuentos de que Víctor Pérez Borrego deja la gerencia de Club Deportivo Tenerife para volver a su puesto de funcionario en el Cabildo, la sitúan (otra vez) en uno de los despachos del Heliodoro junto a Miguel Concepción. Vaya usted a saber: el verano es tiempo de fichajes e inestabilidades amorosas. Esperemos, pues, a la exclusiva de turno que nos libre del comezón. Porque certezas en esta isla picuda, pocas.

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