En este tiempo de canícula, de amenazas nucleares sobre la isla de Guam, de tuits beligerantes que carga el diablo (“Las soluciones militares están listas para ser desplegadas si Corea del Norte actúa de forma imprudente. Espero que Kim Jong encuentre otra vía»), de informaciones contradictorias, oportunistas, infundadas, apocalípticas y cansinas sobre las microalgas, de una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que sentimos y dolió, del linchamiento social a Fernando Clavijo a raíz de que la violencia machista es un problema de “personas individuales” (y lo es. Y de la sociedad que somos todos, todas, tod@s y del susum corda), de la próxima huida del presidente canario al Líbano para escapar de la crucifixión y, de paso, visitar a los efectivos de la Brigada Canarias XVI integrante de las fuerzas de paz de la ONU, del veto del Cabildo de Tenerife al cantante colombiano de reguetón Maluma («Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero») y de la carrerilla que coge el Instituto Vasco de la Mujer que hace lo propio con el éxito Despacito de Luis Fonsi y otras canciones (esto se va de madre, perdón, de padre, perdón, de ascendiente legal), de la matraca de siempre de los políticos y que, en agosto, se parodia en Icod de los Vinos y en Ponteareas, del no de Ciudadanos a la afiliación del exmilitante del PP y exdelegado del Gobierno en Canarias Enrique Hernández Bento (caricatura), de la optimista y controvertida declaración de la UE del fin de la crisis económica en Europa diez años después, de los 222 millones pagados por Neymar y sus toiss (el opio del pueblo, la locura del fútbol), del vandalismo turismofóbico de pandas de mangantes, del caos de El Prat, de la CUP y el PDeCAT (llora Catalunya), de los postureos peripuestos publicados en Facebook e Instagram con las andanzas veraniegas en París, Nueva York o Sebastopol (¡bien nos gusta!), del anuncio de Watch, la nueva plataforma de Zuckerberg, del hashtag #Makwalachallenge y de las fotos virales que incendian las redes, del desembarco entre bañistas de decenas de inmigrantes en la playa gaditana de los Alemanes (como aquella de La Tejita), de Marta Gayá y el rey Juan Carlos, de las bravatas iluminadas de Nicolás Maduro, de las bragas de Paz Padilla

En este tiempo mediático de desparrame de información en donde, incluso, la noticia deliberadamente falsa (fake news) se difunde sin rubor, las instituciones oficiales y privadas ya están reaccionando contra la manipulación de la opinión pública. Sin ir más lejos, la jefa de Sanidad Ambiental del Ejecutivo canario, Luisa Pita, ha tenido que salir ante los medios de comunicación para calificar de “disparate” relacionar el brote del virus de la hepatitis A en las Islas con la presencia de las microalgas. La responsable de esta área en la Consejería de Sanidad ha admitido el «desconcierto» de la ciudadanía ante la circulación masiva de un mensaje de WhatsApp que alertaba del caso de un paciente varón que había contraído la enfermedad tras bañarse en una playa tinerfeña con la presencia de una mancha marrón.

En este tiempo de excesiva propaganda, barreduras e intereses más o menos espurios, se agradece la sensatez de una colega periodista. De una profesional serena, veraz y afable que pondera y analiza con tino la realidad desde la gerencia del Real Casino de Tenerife y, recientemente, desde la dirección de Comunicación de la Federación de Lucha Canaria de Tenerife, presidida por Jeremías Hernández.

En este tiempo Raquel Gutiérrez transmite valores y competencia. Es lo importante. Lo demás, contamina.

Archivo