Si tengo salud y cuadra la cosa, el próximo 28 de abril estaré en el concierto que Joaquín Sabina ofrecerá en la capital tinerfeña. Hace años, muchos, afiné con él algunas de sus canciones en la Dársena Pesquera. Y hasta la fecha. Ahora tengo canas y esto pasa. Pasan alegrías con lágrimas y sin ellas y de cocodrilo. Y algún lloro. Y horas pánfilas y sin alma que se fueron por el desagüe que no olvida. Y otras que, a estas alturas, no distingues bien. Y se acaba. Entonces miras al frente y te enfrentas con un par a la corriente de aire que sobrevuela el vestíbulo del Auditorio que honra a Adán Martín. Ya el pescado está vendido. Aquellos polvos y estos lodos. Mundos chicos y grandes que se reconocen en un Paraninfo Universitario que ensalza a sus medallas de oro. Antonio Tejera y Los Sabandeños son profetas en casa. ¡Lo que ha llovido! Elfidio Alonso, que fue sin manta esperancera, recogió el galardón en nombre del grupo. Y repitió faena al día siguiente para recibir de la Asociación de la Prensa de Tenerife el premio Patricio Estévanez. Fardón. Y cerca, en la pirámide del Campus de Guajara, se recuerda a Ricardo Acirón días antes de que el patrón Francisco de Sales revolotee entre despachos vacíos y pasillos cainitas. Y sobran palabras póstumas que se profieren y escriben. Lo sabe la linotipia que luce palmito en la facultad. Y es suficiente. Impertubable, no hay quien mueva sus quintales. Ventajas de la máquina de hierro que está al tanto de todo. En ocasiones, en estos lodos, morirse no es grave. ¿Verdad? Tarde o temprano llega. Y mientras, pagamos a Santa Lucía por si acaso.
Leyendas de pasión cinematográficas que mueven el mundo a golpe de impulsos que se programan, como el concierto primaveral del colchonero cantarín, o caen de golpe sin esperar. Grano en el culo. Monta tanto. Y sin dramas, murguero. Llueve sobre mojado. Primi Rodríguez y sus bambones se irán de marcha de igual forma. La final, desde el burladero, pero morirán de gusto en la calle y harán piña con Zizou y demás merengues. Y tropezarán con diabólicas primerizas y de pata negra, hijas de Tom Carby, hermanas de Maxi Carvajal. Y se cruzarán con los papagayos más guapos de la Casa del Miedo que este año vuelan alto. Y en cualquier esquina de orines y ron tropezarán con Humberto Gonar o Alexis Hernández o cualquier cachorro forofo para brindar y darse un abrazo de carnaval y cantar en perspectiva isométrica el pasacalle de sus espíritus: “Y así la vida me puso en las manos / alguna letra y un poco de voz, / y hoy me siento feliz en mi murga y en esta canción…”. Y habrá, quienes, en inclinada, de amanecida, hombro con hombro, amigos para siempre, pongan el punto de fuga en el You’ll never walk alone. Es el opio que saborea el culé. Todo vale y las plumas y los pelos de punta. El pueblo, que ondea banderas a media asta por los padecimientos de los canarios (que los tiene), acabará, como siempre, unido bajo la misma enseña. ¡Viva Canarias! ¡Viva la libertad!
Y en las salas temporales del Museo de Bellas Artes el artista Hugo Pitti presenta una muestra pictórica de seres humanos, algunos antropomorfos. Algo así como los lienzos de Archimboldo y El Bosco. Apuesta segura de la comisaria Vicky Pérez que no da puntadas sin hilo. Jardines desbordantes de historias y mensajes para reflejarse. Óleos cargados de una tremenda fuerza cromática y simbólica. Provocaciones propias de carnestolenda y de jurado murguero que está para eso. ¡Si te coge! Los periodistas Natacha Llarena y Leo Santisteban; el director de cine Cándido de Armas; la integrante del equipo artístico de Comba Producciones, Anjara Yanes; el fundador y miembro del Coro Polifónico de la Universidad de La Laguna, Juan Carlos Camacho; la cantante Esther Alfonso; la pedagoga musical Saray Rojas; el actor Josa Castillo y la poeta Christina Conde la han liado. Y lo niegan todo. Incluso la verdad.