Ilustración: María Luisa Hodgson

Gene Kelly protagonizó y dirigió junto a Stanley Donen Cantando bajo la lluvia (1952), uno de los musicales más celebrados de la historia del cine. Luego, en 1969, dirigió Hello, Dolly!, encantadora película del mismo género en donde Barbra Streisand y Louis Amstrong fascinan en la célebre secuencia en donde interpretan el famoso tema que da nombre al filme, compuesto por Jerry Herman en 1964 y que, tras estrenarse en Broadway, mereció un Grammy a la mejor canción del año. La inconfundible voz grave del genial músico late pegada a la frescura nasal de la excelente actriz y cantante en una maravillosa puesta en escena. Inolvidable la neoyorquina simulando el timbre de una trompeta que muda a trombón de varas. Pi, pi, pirí, pipaaa… Pa, pa, pará, papaaa…

Brillantes Streisand y Amstrong. Y Miles Davis, el Príncipe de las Tinieblas que edificó el jazz junto a la trompeta. O viceversa. Procede acercarse, también, a propósito del trompetista Nilo Caparrosa, al genio del viento que calmaba sus tormentas terrenales en la música negra, efecto de las malditas miserias sujetas a la genialidad. Voladas que le aproximaron al traste de la vibrante guitarra eléctrica de Jimi Hendrix. Improvisaciones, fusiones, innovación, personalidad delirante y una formación de jazz para la historia junto a Herbie Hancock, piano; Wayne Shorter, saxo; Ron Carter, contrabajo, y Tony Williams, batería. Y una Heineken. Y un Concierto de Aranjuez (Sketches of Spain) que engallina la piel y homenajea al maestro Joaquín Rodrigo. Arte en piel de toro que cruza fronteras, narcótico necesario, querida sordina, para olvidar la prepotencia del ministro Marlaska y ópera bufa de la ramplona política española y sectaria parroquia a quien les va la vida.

Más saludables que los infames manejes de palacio son, sin duda, los acordes rítmicos que cabalgan entre los focos que cuelgan del thrust o a pelo en el espacio urbano de farolas, encrucijadas y monedas. Son los casos, si de callejear se trata, de los grupos musicales Fran baraja y la banda reparte, en La Laguna, o de Amatista en el Puerto de la Cruz. El primero, tras la celebridad, escenificó su despedida. Y el segundo, que del mismo modo pisó escenarios, anda en paradero desconocido. Animadas batucadas, alguna agrupación, solistas… que avivan la acera, igualmente, en la capital tinerfeña en el entorno de la espléndida ceiba que sombrea el Tip Top o calle Castillo abajo. En el Tranvía, por su parte, que es como el metro, ameniza un cantor próximo a la Nueva Trova Cubana con letras de Pablo Milanés y Carlos Puebla. La música callejera ha sido siempre y será. Incluso, da pie a que Dan (Mark Ruffalo) produzca un exitoso disco bajo el cielo de Nueva York con Gretta (Keira Knightley) de vocalista. Luminosa Begin Again (John Carney, 2013).

El cielo de Canarias no es menos que el de la Gran Manzana y cómplice con su sol y estrellas, Simone Turinese preside al colectivo que musiquea sobre el asfalto, de enhorabuena una vez la concejal Gladis de León ha impulsado en Santa Cruz un circuito en la vía pública para que la expresión artística toque sin temor a ser multada. Será a partir del verano y sus protagonistas solo echarán en falta a Capa, a Nilo Caparrosa, el afable dominicano que tanto alegró con su trompeta el casco urbano, en ocasiones junto a su hija Sislena, después de tocar con Juan Luis Guerra y Orquídea Robinson, y más tarde, ya en Tenerife, en las orquestas Domínican Canarias y Maracaibo, entre otras.

Estos días, la gente de la calle ha aparcado por momentos la mascarilla, las vacunaciones contra la Covid-19, los contagios, la crisis económica, las amarguras, la playa y los monumentos de Semana Santa. Estos días, la gente corriente lamenta que los labios apretados de Nilo Caparrosa no soplen más en el barullo.

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