Ilustración: María Luisa Hodgson

Hace unos días cayeron los primeros mojitos del verano. Fue en la inauguración de la terraza Sook en el Hotel Silken Atlántida Santa Cruz. Este establecimiento alojativo se ha erigido con los años en referente para la Capital tinerfeña gracias al buen hacer de su director Gabriel Wolgeschaffen, también máximo responsable en Canarias de la cadena Silken Hoteles, sumida en la actualidad en la puesta a punto del Silken Saaj Maar, un adults only cuatro estrellas superior ubicado en el paseo de San Telmo del Puerto de la Cruz. Se presentará el próximo otoño en el marco del plan de expansión de Silken Hoteles para 2022 junto a dos hoteles más: el Maravilla Palace, en Estepona (Málaga), y el Platja d’Aro, en Gerona. Buena noticia para la Ciudad Turística que necesita de estas inversiones de cara a recuperar el pulso perdido. La excelencia de la familia Kiessling no es suficiente. Por eso, entre otros proyectos en marcha, se ansía la próxima rehabilitación del emblemático Hotel Taoro por parte de Tropical Hoteles, empresa vinculada a Abama Resort Tenerife, la urbanización de lujo más codiciada de la Macaronesia. Descubrí recientemente este entorno de ensueño en Guía de Isora con Brendan Breen, director comercial y de marketing de Abama Hotels, y la sorpresa fue mayúscula: armonía perfecta entre territorio y arquitectura para definir un modelo turístico único y exclusivo, algo así como lo que fue Ten-Bel en los años setenta y ochenta del siglo XX, un complejo que fue modélico gracias a la intervención, entre otros arquitectos, de Vicente Saavedra y Javier Díaz-Llanos, y hoy languidece convertido en una triste y cochambrosa barriada de Arona.

Gabriel Wolgeschaffen, como es habitual en él, estaba de lo más guapetón, en sintonía con la galanura de Karen Bencomo, eficaz ejecutiva del Silken Atlántida a quien no se le escapa una. Apetece lucir palmito. Se nota el buen tiempo y las ganas de disfrute. Por eso, en goteo constante de gente resuelta, llegó un momento que solo en el Sook se cortaba bacalao. Asomó la plana mayor del Ayuntamiento: Juan José Martínez, Alfonso Cabello y el alcalde, José Manuel Bermúdez. Los tres, y demás ediles, tienen la agenda llena. No paran. Se avecinan tambores preelectorales y pese a la desidia de la ex Patricia Hernández y la indefinición pepera en busca del mirlo que sustituya a Guillermo Díaz Guerra, la maquinaría nacionalista, desde ya, se engrasa con presteza. Javier García y Andrés Hernández, de Las Celias de Tenerife, pusieron, por su lado, el asúcar (sic) al animado cóctel aunque dejaran el disfraz en el armario. Comentamos la exposición en donde muestran, hasta el 2 de julio, en el Centro Comercial Nivaria, los maravillosos trajes que han lucido durante estos últimos veinticinco años. No perdérsela. Tampoco faltaron colegas del periodismo: María Pisaca, Haridian del Pino, Maya Bencomo, Miguel Autero, Sergio Lojendio y Santiago Negrín. Me alegré coincidir con este último. Estaba feliz alejado del mundanal ruido de la Radio Televisión Canaria y sus mezquindades. Mejor así. Suerte, amigo. Luego departí con Julio Luis Pérez, vicepresidente del Granadilla Tenerife Egatesa y otras cosas, y Eduardo Pereyra, bancario de la March. No llevaba traje y corbata, el uniforme de los bancarios. Ellas, en cambio, van a su aire. Tocaba desconectar. Estaban buenas las croquetas de almogrote y las papitas rellenas. Y los montaditos de pata y el ceviche.

Antes de irme saludé a Alberto Bernabé, siempre afectuoso. Retirado de la política continúa ligado al sector turístico. Empezó siendo un pibe en el Ashotel de Guillermo Braun y ahora, como uno, peina canas.

La gala de los Premios Alan Turing en el Auditorio de Tenerife y la fiesta que Antonio Rosales organizaba en el Parque Marítimo César Manrique pusieron el punto final al jueves. Estaba en la lista. Esto no ha hecho más que empezar.

 

 

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