Ilustración: María Luisa Hodgson

Cada vez soy más de consumir producto canario. En estas islas hay mucha cosa buena y no es cuestión de arrimarse a lo foráneo cuando aquí lo tenemos igual y mejor. Cuesta entender, por ejemplo, que Mercadona venda estos días papas de Israel en detrimento de las nuestras. Y no es cuestión de desabastecimiento que, en el caso de la papa canaria, podría darse de octubre a enero pues es en estos meses de invierno cuando se cultiva. Entonces, ¿qué pintan en los lineales de primavera y verano papas israelitas? ¿Por qué da la impresión de que se prima el negocio de las importadoras frente a la producción local? ¿Cómo es posible que Ángela Delgado, presidenta de la asociación que defiende los derechos de la agricultura y la ganadería en Canarias, tenga intereses empresariales en la importación? ¿Por qué Asaga no se personó en la concentración que tuvo lugar este pasado jueves en La Laguna en defensa de la papa canaria? ¿Cómo se come esto?

Sobre la Ciudad de los Adelantados caía el chipichipi que moja y cala los huesos. Suele ocurrir por estas fechas en torno a Los Rodeos a causa del Alisio. Toca. Y toca cantar la Polka Frutera de Los Sabandeños después de juntarse en un guachinche alrededor de unas papas con carne (o lo que se tranque) y vaso vino. Pero papas del país, esas papas blancas que no merecen importaciones desleales y requieren garantizar su precio por encima del coste de producción, tal como recoge la Ley de la Cadena Alimentaria.

Otra historia son las papas antiguas, esas con denominación de origen protegida que necesitan seis meses bajo tierra. Una delicia. A estas papas (Colorada, Haragana, De Ojo Azul, Moñigo de Camello, Azucena Negra, Bonita Negra, Peluca Blanca, Negra Yema de Huevo, Terrenta…) no hay tubérculo de fuera que le ponga el sacho encima. Juegan otra liga, pero al igual que las blancas hay que cuidarlas. Todas generan paisaje y todas forman parte de un sector estratégico que demanda el máximo cuidado.

Miguel López, secretario insular de la Coordinadora de organizaciones del sector agrícola, sí estuvo en La Laguna, al igual que Paco Déniz, político cabal, comprometido, de verdad, con el acervo del Archipiélago. Después están quienes se arriman al condumio por interés te quiero Andrés. ¡Mándense una papa!

Consciente de la situación, Paco Déniz está impulsando la creación de la Mesa en Defensa de la Papa del País con el objetivo de salir al paso de la importación de papa de Israel y de Inglaterra, que beneficia a dos o tres importadoras mientras arruina la producción local y desincentiva a seguir trabajando la tierra (la media de edad en el sector primario de Canarias es de 65 años). Tampoco entiende como el Régimen Especial de Abastecimiento (REA) continúa subvencionando a las importadoras mientras la producción local de papas se está pagando a 20 o 25 céntimos. La negociación (las grandes superficies ya han mostrado buena voluntad para la próxima campaña) pasa por alcanzar el consenso adecuado que garantice la salida digna de las cosechas.

Y entre coles y lechugas mi huerto tacorontero recibe las máximas atenciones para que las hortalizas (y papas antiguas) germinen y crezcan espléndidas. Es el descanso del urbanita que se refugia, además, entre naranjos, aguacateros y un viejo y hermoso ciruelero que ya ha dado las primeras ciruelas. Son rojas y dulces, más bien pequeñas, algo más grande que las cerezas. Debo andar presto en cogerlas de las ramas si no quiero que los mirlos den cuenta de ellas. Mi amigo el petirrojo tinerfeño o papito también se apunta al festín, aunque con él soy más condescendiente. Le he cogido afecto. A veces bailamos juntos. A veces hablo con él.

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