He leído en un santiamén las Memorias ligeras de Andrés Chaves. Lo he pasado bien con las crónicas de su nuevo libro. El periodista escribe sin aliños innecesarios. Se agradece en este tiempo de postureo y afectaciones. Además, quiere a la familia Zurita y se lo reconozco por la parte que me toca. Revela que en el periódico La Tarde se hizo periodista y que en su Redacción fue feliz. El Vespertino, sin duda, tuvo algo especial. Hoy, cuarenta años después de su desaparición, todavía se le rememora con afecto. Pedro Pacheco, presidente de la Audiencia de Cuentas de Canarias, me ha invitado a visitar el edificio que fue de La Tarde y antes, de la fábrica de tabaco El Águila Tinerfeña. La última vez que subí las escaleras de este inmueble situado en la esquina de las calles Suárez Guerra con Pérez Galdós, en la actualidad, sede de la Audiencia, era un pibe y no era consciente de lo que atesoraban sus peldaños. Ganas de asomarme a su balcón principal, referencia para la historia de la prensa en la Isla.

Chaves da cuenta de múltiples viajes y no oculta el amor que le tiene a la ciudad de Buenos Aires. Tanto que viviría en ella, «en el Barrio Norte, en La Recoleta, junto al complejo comercial Patio Bullrich o en Retiro». El cronista recuerda con nostalgia sus cinco estancias en la Capital argentina… Mientras le leo revivo los casi dos meses que pasé en ella. Espero, con Gardel, volver algún día. No sé si con la frente marchita. Ahora los aviones son como una guagua. Antes, no. Antes costaba sus pesetas y te vestías para viajar. Ahora embarcas con lo puesto y por dos euros. Por otra parte, aunque Canarias es internacional y, a veces, vanguardia, viene bien coger aire de fuera. Como dijo una vez el tándem Carmelo Martín, el pleito se cura viajando. Pues eso.

El periodista narra, también, sus aventuras emprendedoras: El Gráfico, Canarias Confidencial, Radio Burgado, Radio Ranilla y Deportes 7 Islas. Creo que no olvido ninguna. En esta última participó mi padre, Rafael. Me acuerdo del Semanario. Estaba en la esquina de Viera y Clavijo con Jesús Nazareno. Actualmente hay una boutique. Con posterioridad, mi padre (culo inquieto, como Andrés), impulsó las revistas Canarias Ilustrada junto a Agustín Quevedo y Arturo Trujillo, y Canarias Gráfica en su segunda etapa, cabecera que promovió Domingo de Laguna. Intervine en sus producciones pues ya ejercía el periodismo, que mamé en la Redacción de Diario de Avisos junto a su director, Leopoldo Fernández. Las revistas paternas, al igual que las iniciativas empresariales de Chaves, no tuvieron continuidad, pero el gusanillo caló y por mi cuenta impulsé, a finales de los noventa, El Siglo XXI, un seminario de información universitaria que imprimía en la rotativa de Tenerife Print en Los Majuelos. Entonces conocí a su gerente, Carlos Ramos Aspiroz. Gran tipo. Hicimos migas. Descanse en paz (me entero en las páginas de Memorias ligeras que falleció hace un año). Un poco antes edité con mi amiga Ana Lola Betancor la revista Bien me Sabe la Noche. La presentación fue en una terraza de la Dársena Pesquera y nos traímos por un pastón a Alaska. El Siglo XXI y esta revista tampoco duraron, pero con las cicatrices aprendí. Es lo que tiene equivocarse. Y en octubre de 2005 fundé la revista Fama. Diecisiete años más tarde continúa vigente (toquemos madera) y, aparte de su distribución gratuita, se reparte con DA gracias a una alianza que firmé con Lucas Fernández, sin duda (cada día estoy más convencido), el empresario canario más sagaz y con más visión en el difícil mundo de los medios de comunicación. Dice Andrés Chaves que la colección de Deportes 7 Islas está en la Biblioteca Municipal de Garachico. Iré a verla.

El periodismo reciente en Tenerife no puede contarse sin las luces y sombras de Andrés Chaves, sin sus presencias en La Tarde, DA, La Gaceta de Canarias y El Día, sin cafeteras, perenquenes y provocaciones de carnaval. ¡El que esté sin pecado! Por eso le llevaré a un aula de mi querido Grado de Periodismo de la Universidad de La Laguna, que hoy en día luce pujante y bien avenido tras años de intrigas (los comienzos no son fáciles y, en ocasiones, ingratos). Seguro que el doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid tiene mucho que contarle al alumnado. El periodismo de trinchera, puñetero y cabrón existe. Será porque convive con la clase política. La vida de Chaves en la profesión no tiene pelos en la lengua. Y lo que calla.

 

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