Hojas secas a montones enredadas entre helechos y sobre buenas y malas hierbas. Viento en las ramas de los aguacateros. Recogedor, cubo y baile con la escoba. Suena la orquesta. Una mirada es suficiente. Emma Stone, ciruelero en flor, beso, chasquidos de dedos, travelling tres sesenta y una historia de amor. Charles, trompeta y giros con ella en el lago de estrellas. No hay aplausos, solo hojas secas. Y un escarabajo negro patas arriba, como la vida. Esa deprisa que no habla o interrumpe. Perdón.
Wasap al periodista: «Tenemos un escándalo entre manos. Ya te contaremos. Vas a flipar en colores». Hojas secas antes de las elecciones. El escarabajo sigue patas arriba. Lo zarandeo y, escorado, avanza hacia el mantillo. Voz a capela. Recojo hojas secas. París, Roma, Londres, Madrid. Quién fuera músico para escapar a escenarios, baladas, sordinas, rones añejos y un batido Martin & Lewis. Brindo por quienes sueñan con un club de jazz, por el romanticismo y la chochería.
Crisis de Gobierno. Dos ministros nuevos de bajo perfil mediático fieles al Sanchismo. La misma hojarasca sin revuelos. Premios a la fidelidad y capotes a la Galicia pepera y a la Canarias de Tito Berni. No hay espectáculo, no interesa agitar a Montero y Belarra. Estrategia de la vieja política aburguesada en el establishment que se divierte con Tamames. Ahí está el rasero. Todo para el pueblo (¡ja!) y este a lo suyo lejos del aburrimiento de escaños y tertulias mediáticas de puretas. La verdad está ahí fuera, en Instagram, TikTok y en la Kings League de Ibai Llanos y Gerard Piqué. Circo, helicópteros, dados, realitys, streamers, tarifas planas, cenitas y estar al tanto de mierdas ajenas. Cosas del comer.
Hojas secas que se queman en un bidón familiar, contenedor de llamas, brasas y cenizas, abono natural para plantas y árboles. Vuelta a empezar. Polvo somos. La cuestión es reciclar. La basura, como la arruga, es bella, tanto en el campo como en la ciudad. Solo hay que innovar y ponerse. Lo vemos en el arquitecto Fernando Menis y en su jardín de plataneras en El Tanque de la Capital tinerfeña. El antiguo depósito 69 de la Refinería hoy es agrícola, cultureta y ejemplo en la reutilización de desechos. Dulce Xerach, presidenta de la Asociación querosena, está de enhorabuena. La niña de sus ojos carbura. Profeta en su tierra.
Calima, aire caliente, mosquitas en la sopa y en el té con leche. Importante no moverse. Si no, sombra y despacio. Cielo deslucido, bochorno. ¿Dónde está el azul del cielo, del mar y de tus ojos? Ola de calor y labios resecos. Cacao en los morros y agua de rosas en el semblante. Vaporizador en mano y agua para saciar la sed y aliviar la aspereza de la lengua y la garganta. Pero no solo de agua vive el ser humano. Fanta, cola, cerveza, horchata, piña colada, champán o cava son placeres en el reino de los calores. Y vino blanco. No vale afrutado. Agua, también, para los animalitos. Y agua de riego aunque manche de hojas secas.
Calor para desvestirse. El caso es desvestirse. El calor nos libera de la ropa, invita a enseñar la piel oculta por el frío. La escuela de calor se hizo para la desnudez, para que se derrita el hielo y para derretirme cuando te veo. El problema es quebrarse en el légamo, es que los días sean iguales como insulsas hojas secas en una siesta triste sin perfume.
La naturaleza es sabia y ágil. Suelta lastre sin parar en el cementerio del paso del tiempo. No pregunta ni conversa, no demora ni acelera. Depreda, entierra, ordena y desordena. Deshoja continuamente porque lo siguiente no espera. Maestra de lo marchito y lo verde.