Ilustración: María Luisa Hodgson

El calor, al igual que un achaque de lumbares, tiene consecuencias mayores o menores según la capacidad de aguante. Hay quienes lo llevan mejor y hay quienes se retuercen en el contratiempo. El ser humano propone y Dios o la naturaleza disponen. Somos frágiles, contingentes, de carne y hueso. El espíritu no corta bacalao aunque tenerlo presente ayuda a sobrellevar la adversidad, a afrontar con serenidad eso de que polvo somos y en polvo nos convertiremos. La cuestión es sobreponerse y esbozar una sonrisa. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. La tragedia nos reconcilia con el destino, la poesía nos reconcilia con el instante y el humor nos libera de ambos, apunta certero el filósofo Jorge Freire.

No se entiende el amor sin dolor. Será que cada vez se ama menos. O peor. Será que cada vez hay menos erotismo y más porno. La cosa, el objeto, el yoísmo, los likes de Instagram idiotizan y fertilizan el hedonismo creciente. Sufrir, no. A excepción, claro está, de que el objetivo sea esculpir el tórax en el gimnasio, apuntarme al ayuno intermitente o tatuarme en las costillas una carpa japonesa. Aguantamos con entereza. La complacencia propia justifica sudores.

Otro cantar son las altas temperaturas en el paraíso canario. El veranillo de San Miguel está siendo especialmente tórrido. Según la Aemet vivimos el comienzo de octubre más cálido de la historia en España, sofoco que, afirma la Agencia, continuará los próximos años. Y en noviembre, el veranillo de San Martín. Vienen curvas. El calentamiento del Planeta nos obliga a encontrar y aportar soluciones sostenibles. Pero no solo por parte de gobiernos y entidades públicas y privadas, sino también por cada una de las personas que poblamos la Tierra. Me sumo a la reciente concentración de estudiantes acaecida en el Campus de Guajara reclamando mejoras de infraestructuras y, por supuesto, la adopción de medidas contra el cambio climático. Cómo negarse. No obstante, me recome la curiosidad: ¿la totalidad de la juventud comprometida con el medioambiente acude a su facultad o escuela en transporte público? ¿Usa el vehículo privado? ¿Lo comparte? La cuestión es que en los aparcamientos de la Universidad de La Laguna los vehículos de estudiantes son mayoría. O sea, donde dicen digo, dicen Diego. Por cierto, salvo particularidades, el profesorado sensible tampoco se libra.

En estas, el novato consejero de Educación del Gobierno canario, Poli Suárez (extraña que un alto cargo político del PP no tenga estudios superiores), decide suspender la actividad educativa en la enseñanza no universitaria de las Islas «por responsabilidad», para «garantizar la seguridad de los niños» y porque «la situación en muchos centros de Canarias es insostenible». Esto es, alrededor de 240 000 escolares y más de 27 000 docentes se libraron de las aulas el miércoles 11 y el viernes 13. Vacaciones de veranillo de miércoles a domingo. ¿Dónde hay que firmar? ¿Responsabilidad, consejero? ¿Por qué no se delegó la decisión, como hizo la ULL en decanatos y direcciones, en los equipos directivos? ¿Y la conciliación familiar? Sabe que la situación insostenible no era tal en numerosos colegios. El testimonio de una profesora a este articulista exime añadir cualquier comentario: «Siento vergüenza. Tenemos aire acondicionado. Las niñas y niños estaban mejor en mi escuela infantil que en sus casas. No se explica la decisión de la Consejería».

Y a río revuelto ya se sabe. Los centros educativos de Canarias que tenían previsto hacer puente el viernes podrán guardar esa fecha de libre disposición para mejor ocasión. Quien no corre, vuela. O parió la abuela. Porque The Guardian, uno de los rotativos con más prestigio del Reino Unido, se hacía eco el martes del cierre escolar en el Archipiélago a causa del bochorno extremo. La eterna primavera de las Afortunadas, de estío otoñal. Habrá que preguntarle a la Patronal hotelera si la feliz idea saliente del Ejecutivo autonómico ha generado cancelaciones en el mercado británico.

La situación de crisis requiere tranquilidad y talento. Agravarla es una torpeza. Poli ha perdido el primer combate por nocaut. Ahora toca restaurar la reputación perdida. Si llega a los cien días.

Archivo