Ilustración: María Luisa Hodgson

Los efluvios del periodismo gastronómico impactaron por primera vez en mi pituitaria con Manolo Iglesias. Fue en Diario de Avisos cuando uno todavía era pichón en esto del negro sobre blanco. Entonces descubrí a un tal Caius Apicius, igualmente aficionado a escribir sobre pucheros y demás manjares. Luego supe que detrás del seudónimo estaba el plumillas gallego Cristino Álvarez, premio nacional de gastronomía en 1992 a la mejor labor periodística. Otro veterano entre manteles era José H. Chela, quien había provocado al personal años antes al publicar un sábado santo en el periódico La Tarde, con la avenencia del director, Alfonso García-Ramos, una entrevista con Dios. El divino interrogatorio fue tema de conversación durante muchos días en aquel Tenerife de 1979. El periodista, incluso, fue procesado tras una querella interpuesta por el Ministerio Fiscal. La cosa en la España conciliadora de la Transición no fue a más y Chela pudo continuar degustando en libertad costillas con papas y tocinos de cielo. En la actualidad, de aquella panda comidista solo sobrevive José Carlos Marrero. Su marca, GastroCanarias, alimenta tanto en portal digital como en salón gastronómico. El colega todavía sostiene con garbo tenedor y cuchara. Y cuando procede, es chófer de nuestro querido Eliseo Izquierdo, el más viejo de la Familia.

La empanadilla de Iglesias fue recogida por José Luis Conde. El vivo, al bollo. Ya saben. Con él, los Premios de Gastronomía del Decano de la Prensa canaria continúan siendo referente en los fogones patrios. Y con él, y el apoyo de su fiel escudera, Carmen Ruano, la información gastronómica que se cocina en ínsula sigue satisfaciendo a los paladares más exigentes. Larga vida.

Fran Belín también pincha y corta. Era pinche en el siglo XX y ahora, en el XXI, luce chaquetilla. Por eso callamos y aprendemos cuando toma la palabra. Tiempo ha condimentó las páginas de El Día. Hoy, como profesional liberal, mantiene con celo varios calderos al fuego. En su mesa no falta el sibarita Coqui Clavijo. Tipo listo.

Las tendencias culinarias tampoco escapan a Dolores Delgado y a Maribel Andión en la revista Fama. El glamur de sus textos y fotografías eleva al olimpo epicúreo la rica oferta que se sazona en el paraíso canario. Nos apuntamos, además, a las críticas de Paco Almagro, Sergio Lojendio, Christian Pérez… Y a la cuidada comunicación que sirven Xavier Agulló y Elena Barrios desde su Plátano Volador.

Hace unos días la parroquia hispana de la alta cocina se revolucionó con la gala de la Guía Michelin. Un año más la élite pasaba el examen de la excelencia bajo la atenta mirada del periodismo gastronómico. Y Tenerife tuvo premio: los restaurantes Taste 1973, ubicado en el hotel Villa Cortes de Arona, y el Haydée, en La Orotava, estrenaban estrella para satisfacción de sus respectivos chefs, Diego Schattenhofer y Víctor Suárez. Con estos reconocimientos, Nivaria suma nueve estrellas Michelin en siete restaurantes: dos para el M.B (hotel The Ritz-Carlton Tenerife, Abama, Guía de Isora) y El Rincón de Juan Carlos (hotel Royal Hideaway Corales, Adeje), y una para el Nub (hotel Bahía del Duque, Adeje), Kabuki (hotel The Ritz-Carlton Tenerife, Abama), San Hô (hotel Royal Hideway Corales) y los dos recién estrellados.

Después de los nervios, se asienta que en Tenerife la mayoría aplastante de estrellas se localiza en establecimientos hoteleros de gran lujo. Solo el Haydée se emplaza en un local independiente.

En Gran Canaria, por su parte, Bevir, en Las Palmas de Gran Canaria, de José Luis Espino, ha ganado una estrella, que se suma a las que ya tienen Poemas by Hermanos Padrón (Hotel Santa Catalina, Las Palmas de Gran Canaria), Tabaiba (Las Palmas de Gran Canaria), La Aquarela (Mogán) y Los Guayres (hotel Cordial Mogán Playa). A la cola Pepsi-Cola.

Archivo