Caminaba hace unos días, ausente, por una de esas calles peatonales del casco histórico de La Laguna. Lucía boina, complemento que acentuaba su porte distinguido e intelectual. Y se le aprecia y estima por su bonhomía y valía investigadora. Casi siempre, lo uno suele estar ligado con lo otro. En 2011 recibió el Premio Canarias de Patrimonio Histórico y en abril de 2017 es su docta casa la que le honra con la Medalla de Oro. ¡Enhorabuena Antonio! Y nos alegramos. Y se complace la comunidad universitaria y las momias guanches que descansan en el Museo de la Naturaleza y el Hombre. Y también los aborígenes canarios que yacen por ahí. Y los nacionalistas y los independentistas y los de más acá y allá y los de la Piel de Toro y los podemitas, que antes presumían de piel de cabra y pañuelos palestinos.

Hace años que no piso los despachos del edificio de departamentos (ala sur) de la plaza del exrector José Carlos Alberto. Los frecuenté en su día junto a sus legítimos usufructuarios. El de Antonio Tejera estaba en la primera planta, al final del pasillo. Repleto de libros, mitos, leyendas y juiciosos estudios. Y con él, pobladores de especialidades más o menos afines. En el fondo, todos nos parecemos. Será que nos identifica eso del homo sapiens sapiens. Unos ya no están y los demás siguen un poco más viejos (como uno): Julio Hernández, Fernando Gabriel Martín, Dimas Martín, Alberto Darias, Ana Viña, Margarita Rodríguez, Oswaldo Brito, Wladimiro Rodríguez, Amalia Yanes, Paco Galante, Juan Ramón Núñez Pestano, Carlos Castro Brunetto, Manuel de Paz, Tina Calero, Eduardo Aznar, Constantino Criado, Juan Francisco Navarro, Pedro Bonoso González, Maisa Navarro, Miguel Ángel Cabrera… Profesores que marcan más o menos. Docentes que perduran porque el paso por la academia cala. Y la lista se amplía porque se pisa el Rectorado, algún vicerrectorado, el Paraninfo, facultades, escuelas, campus, la Pirámide de Guajara y las calles Heraclio Sánchez, Antonio González y Viana.

Ahora somos colegas. Ahora la perspectiva es diferente. Ahora las cosas se miran más al derecho que al revés. O no tanto. Las pintadas indecentes en paredes de hormigón se repiten. El mismo perro con distinto collar. Pero la emoción continúa y nos sentamos junto a Desiderio Gutiérrez Taño, el nuevo director de secretariado de Comunicación. Aires emprendedores. Alisios agraciados que sopla Antonio Martinón. Vientos renovadores que reconocen a los que están y a los que no: Fernando Estévez González.

Y las noticias (estas y otras) vuelan en periodismoull.es, el diario digital que con sudor y lágrimas (reparadoras) saca adelante un buen grupo de estudiantes que quieren. ¡Qué difícil querer! Y queriendo, juntan palabras de cabecera que nunca olvidarán: innovación, método, creatividad, rebeldía y rock & roll. Universidad necesaria que cala hondo en los huesos y llena la mochila for ever.

Y volveré a cruzarme con el catedrático de Arqueología en la ciudad no amurallada de los Adelantados. Pasado, presente y futuro que permanece porque hay mucho detrás. La institución académica sí tiene profetas en su tierra. Maestros honestos que portan conocimiento y riqueza ilustrada, que tanta falta hace. Con el científico Antonio Tejera Gaspar las raíces del drago se hacen más grandes. En torno a él es más fácil redescubrir.

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