Jorge Marichal, presidente de ASHOTEL

Con ASHOTEL inauguré las mañas de la comunicación corporativa. Y eso nunca se olvida. Guillermo Braun era el presidente y junto a él contendí con gente de la casa: Ángel Curiá, Juan Francisco Torres, Enrique González, Olga Valido, Mónica Acosta… y numerosos empresarios y ejecutivos del sector: Enrique Talg, Carlos Cruz, Isidro Dardiña, Hans Veyrat, Javier Bernal… Tuve la fortuna de conocer, asimismo, a Inge Feier, una mujer extraordinaria que estaba al frente de la Fundación Loro Parque. Hoy en día, su hijo Patricio es el director Comercial del Hotel Botánico de Wolfgang Kiessling y ha heredado la bonhomía de su madre. ¡Gran tipo! Alberto Bernabé daba entonces sus primeros coletazos, al igual que, poco después, Juan Pablo González, en la actualidad gerente de la patronal. Corría el año 1996 y cumplíamos veinte años, lo que posibilitó la edición de una publicación sobre la historia de la Asociación y del sector, cuya portada se ilustró con un acrílico del poeta y pintor Manuel Padorno titulado “Árbol de luz”. Luego vinieron Pedro Luis Cobiella (posiblemente la única persona que en Tenerife se mueve con chófer sin ser político) con Ramón Estalella y Ricardo Fernández de la Puente, y José Fernando Cabrera, y Marichal, en 2011.

Desde entonces, con mayor o menor continuidad, el turismo ha revoloteado en torno a uno, cosa que, por otra parte, nos toca a la mayoría de los que rondamos por esta hacienda. Recuerdo que lidié de cerca con el viaje en tren por la Península del plátano Guanchito, mascota guanaja que adoptó Lorenzo Olarte cuando era guanarteme, perdón, consejero del ramo en tiempo del pabellón de Canarias en las Olimpiadas de Atlanta. ¡Qué derroche! Oswaldo Brito, que ya se jubiló de la enseñanza superior y de la política y de los tenderetes, estaba detrás del invento. En fin. Por entonces, además, participé en una de las ediciones de la Transcanaria, iniciativa que traía periodistas a las Islas para disputar raids de aventura. Y en estas, en El Hierro, casi pierdo la cabeza tras voltear en el aire con una bicicleta de montaña… Gajes del oficio.

Se está bien en El Golfo, en Valverde, en el Pozo de la Salud y en el Hotelito Ida Inés de Amós Lutzardo, propietario de uno de los restaurantes más reputados del Santa Cruz de los noventa. Ignoro si Josefina Navarro, jefa de Prensa del Cabildo del Meridiano, comió alguna vez en el Amós, pero seguro que sí está al tanto de las excelencias de su isla querida, como también lo está otro herreño de pro: Miguel Ángel Cabrera, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de La Laguna, con quien, por cierto, coincidí la tarde pasada en el tranvía. Apenas hablamos sobre cuestiones letradas. El instante no dio para más deleite.

Con Natalia Rodríguez de Armas, la directora de la Escuela de Turismo de Tenerife, sí departo con frecuencia y holgura por asuntos académicos. Su centro, ubicado en el Residencial Anaga, goza de gran prestigio. Precisamente, acaba de resolver la financiación de un proyecto de investigación, dirigido por el profesor Oswaldo Ledesma, sobre rutas interpretativas en la ciudad, lo que pondrá muy contento (y no es ironía) al alcalde José Manuel Bermúdez y al responsable de la Sociedad de Desarrollo, Alfonso Cabello. ¡Alegrándonos!

Y resulta que Marichal presidirá durante cuatro años más la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro. Su Asamblea General le ha relegido por aclamación en el Hotel Silken Atlántida, que dirige con tino Gabriel Wolgeschaffen. Y nos satisface. Cabal y eficiente, tiene swim y eso siempre es un plus en tiempos de dancing. Por cierto, mañana domingo, Dios mediante, duermo en Valle Gran Rey, hermosa tierra de bancales, palmeras y guarapo. Intentaré desconectar y, quizá, no sé, tropiece con Jorge Marichal, que es medio gomero y se siente como en casa a la sombra de Teguerguenche y La Mérica. Charanguero.

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