Ani Oramas

Veinte años y pico no son nada. O sí. Según se mire. Según la mirada de quién. Veinte años y pico son los que llevan en Madrid. Y no es fácil. No es fácil hoy en día aguantar más de veinte años. Porque ya no es como antes. Eso dicen. Y me sueltan que “el cabrón de mi ex me ha metido una demanda”. ¡Uff! Está visto que ya no es como antes, aunque antes también se metían demandas y pululaban cabrones y cabronas (con perdón), corruptos y corruptas (con perdón), cornudos y cornudas (con perdón). Pero no es igual. Antes, eso dicen, bastaba con la palabra, el apretón de manos, mirarse a los ojos y el vaso vino. Y también se tragaba más. Ahora, mi niño, hay que rubricar, mirar para el celaje y dejar la puerta abierta por si acaso. Y claro, los “por si acaso” están a la orden del día. Y luego pasa lo que pasa: que Ana María, o sea, Ani, le da calabazas a Pablo y al bebé de la Bescansa y luego Mario Cabrera y Barragán la desautorizan en público y declaran que lo suyo es una opinión personal. Pero la sangre no llegará al río. Por interés te quiero Andrés. Además, su señoría no suele dar su brazo a torcer y no hay asamblearios que le tosan, pese a que sean majoreros hijos del mismo Hermoso.

Otra harina es el díscolo Pedro Quevedo, hijo del mismo Román Rodríguez. Aliado del PSOE de Pedro Sánchez, apoya un gobierno progresista. Pero eso a Ani le da igual. Su antiguo socio de tenderete es agua pasada. A ella, plim.

23 años (o casi) es lo que lleva Coalición Canaria en la Cámara Baja. Fue en junio de 1993, con ocasión de la V Legislatura, la que acabó con el Felipismo, cuando los nacionalistas de aquí estrenaron acta. El honor, ¡oiga! recayó, por orden alfabético, en Luis Mardones, Adán Martín, José Carlos Mauricio y Lorenzo Olarte. Comenzaba un largo período de abundancia y protagonismo canario en la Carrera de San Jerónimo. Ahora, en cambio, pintan bastos y Ani pastorea en la austeridad de la soledad. Pero ella sola rompe y rasga. Se basta para pedirle a Su Majestad Felipe VI que se deje de majaderías (un suponer) y convoque nuevas elecciones, a riesgo de perder el escaño que consiguió recientemente lamiendo el poste. Fue, sin duda, un regalo de Navidad. Pero Ani, que es chica de Estado, ha puesto por delante la gobernabilidad del país a riesgo de perder el único escaño de sudor y lágrimas. No obstante, el pesebre canario es fiel a sus siete estrellas verdes y un sondeo reciente de la consultoría de comunicación Llorente & Cuenca vuelve a darle asiento. ¡Uff!

Coalición Canaria obtuvo en el año 2000 sus mejores resultados en unos comicios generales con 248.261 votos. Lograba por tercera vez cuatro representantes. Pero, desde entonces, el tema ha ido pa bajo. Y no parece que la tendencia revierta. Entretanto, a la espera del resurgir, del sostenimiento o de la extinción, Ani Oramas es un activo que los suyos protegen, una especie endémica que peligra en tierras de meseta, una política con arrestos que trabaja y luce bien en el Congreso de los Diputados y aledaños mediáticos. Las cosas claras y el chocolate espeso.

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