Días después de que Felipe VI y la consorte Letizia Ortiz Rocasolano se fotografiaran con cientos de súbditos a propósito de su visita institucional a la Isla y conocida la sentencia del execrable caso Las Teresitas que monopoliza la atención informativa, lloramos. Nos afligimos ante el fallecimiento de uno de los arquitectos canarios referentes durante la segunda mitad del siglo XX. Y rezamos con él y le recordamos y peregrinamos a sus cuatro viviendas del Camino Largo de La Laguna como si fuéramos estudiantes de escuela universitaria ávidos de sueños o, simplemente, amantes del pulchrum que se recrean ante la forma.

Rubens Henríquez tuvo la suerte de desarrollar su labor profesional en los paisajes de La Palma y Tenerife (luz, laboratorio, vanguardia). Nació en Los Llanos de Aridane en 1925 y fue uno de los escogidos y brillantes alumnos de aquella Escuela de Barcelona a la que se accedía tras superar un arduo proceso selectivo. Y en compañía de Bohígas, Martorell, Giráldez… respira crítica, análisis y otros aires de un continente de posguerra.

Tras licenciarse en 1951, apenas veinte arquitectos trabajan en Canarias. El quehacer es ingente y, aunque reconoce sentirse aislado, los retos para el joven palmero se tornan estimulantes. Departe con Luis Cabrera y con Vicente Saavedra y Javier Díaz Llanos. E impulsa el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias (COAC), erigiéndose en el primer decano (1969). Luego, en 1972, inaugura su sede en la capital tinerfeña con una exposición homenaje al reconocido colega Josep Lluís Sert y en la que Joan Miró es el invitado especial. Al año siguiente remata el mandato institucional con la Exposición de Escultura en la Calle (Martín Chirino, Óscar Domínguez, Pablo Gargallo, Henry Moore, José María Subirachs, el propio Miró…) e inicia la representación de los arquitectos canarios en Madrid como procurador en Cortes.

2002. Virgilio Gutiérrez, presidente de la Demarcación de Tenerife, La Gomera y el Hierro del COAC, tutela la presentación de una cuidada monografía sobre Henríquez realizada por Cristina González y Vázquez de Parga. Es el primer libro de la colección Documentos de Arquitectos Canarios (el número 2 está dedicado a Luis Cabrera). El repleto salón de actos de la entidad colegial acoge el acto. Es una muestra más de la fecunda actividad que se genera desde la Demarcación, comprometida con el territorio, la buena arquitectura, la gestión cultural y el reconocimiento. Tiempos favorables que no vislumbraban el ulterior mazazo al sector que, despiadado, acabará con tantas cosas buenas. Pero el trabajo queda y los recuerdos se plasman en ediciones imborrables, en reuniones directivas de tercera planta que contribuyen a construir paisaje, crear conciencia y generar dinamismos que enriquecen y forman sociedades críticas. Y hay que sentarse y dedicar horas y quitar tiempo al tiempo y dar golpes en la mesa y también abrazos y guiños cómplices. Y proponer y debatir y rectificar y mirar. Y mirar. Y poner un punto y luego otro y otro hasta completar los tres puntos suspensivos que hacen historia.

Gracias Rubens por haber sentado las bases. Gracias por el chalé de verano de Puerto Naos. Gracias por la piscina deportiva de Santa Cruz y su trampolín olvidado de barras de acero que el alcalde Bermúdez debería rehabilitar en tu memoria. Gracias por la gasolinera de Los Llanos. Gracias por las viviendas escalonadas de Ifara. Gracias por el colegio de educación especial Hermano Pedro. Gracias por el edificio Chasyr. Gracias por la casa de vacaciones de Puerto de la Cruz. Gracias por tu lúcida e incansable generosidad.

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