El último día de febrero coincidió con la alerta por riesgos de fenómenos meteorológicos adversos y con el cierre a cal y canto de la Universidad de La Laguna y del resto de centros académicos de las islas occidentales y Gran Canaria. La Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno autonómico hizo lo correcto. Y no hay que darle más vueltas. Vacilones los justos. Mejor prevenir que, luego, lamentar una desgracia.
El caso es que el miércoles de autos un profesor del Grado de Periodismo no durmió la madrugada. Encerrado en su despacho de la Pirámide de Guajara trasnochó junto a la pantalla del ordenador. Los dedos, contra reloj, volaban sobre el teclado. La rotativa no espera, aunque los datos de este comienzo de 2018 no sean halagüeños para el papel nuestro de cada día. Es la tendencia. A estas alturas no sorprende que, según datos de Información y Control de Publicaciones (OJD) pendientes de certificar, El País solo vendiera en enero 86 233 ejemplares (mínimo histórico); El Mundo, 56 624; ABC, 52 027, La Razón, 42 882, El Periódico, 32 201 y La Vanguardia, 21 668. Y de los canarios, mejor me hago el loco. Es lo que tiene la prensa, cada vez más digital y alejada de la tinta. Y Pedro Jota (El Español), que fue quien filtró la noticia, profeta en su tierra a bordo de su optimista punto com.
Pese a esta realidad que obliga a la reinvención del modelo de negocio tradicional, el soporte analógico no ha dicho la última palabra. Tiene hueco, sin duda, en una periodicidad más calmada, la que se consume, por ejemplo, durante el fin de semana e invita a otras lecturas y diseños: reportajes de investigación, cuidadas entrevistas, crónicas cautivadoras, artículos punzantes o no tanto firmados por brillados colaboradores, infografías y fotografías de infarto, nuevas narrativas, como el cómic, que se redescubren… Apasionante reto para el periodista innovador y muro infranqueable para el cansino (te lo regalo). Porque no queda otra que asumir, de una vez por todas, que la actualidad es territorio probado del imparable e interactivo teléfono móvil: inmediato, veloz y, con permiso del chucho, el mejor amigo del ser humano.
Y mientras las cosas se ponen en su sitio, decía que un docente (Samuel Toledano) consumía las horas oscuras, a ritmo de vértigo, enfrascado en el cierre del segundo número de la revista trimestral 360. Y no estuvo solo. Las estudiantes Natalia González Vargas, que realiza prácticas en La Opinión de Tenerife; Silvia Granja, que hace lo propio en el gabinete de prensa del Instituto de Astrofísica de Canarias junto a Carmen del Puerto, y Janire Alfaya, que principia sus sueños profesionales en Radio Club Tenerife, le acompañaron hasta el amanecer. Sueños de última hora que asientan y forjan ilusionantes carreras. Lapsos noctámbulos que hacen piña, enrecian y recuerdan a otroras bohemias que algunos vivimos con más intensidad junto a Antonio Arozena y Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca, con quien, por cierto, tropecé hace unos días de camino hacia la parada del tranvía. Parcos y suficientes minutos para comentar a vuelapluma el acontecer del decano que nos dio y quitó tantas cosas…
Andrea Domínguez, Texeneri González, Rita Robaina y Xavier Gómez también echaron el último esfuerzo que recompensó la campaña de crowdfunding necesaria para que las 64 páginas de 360 hayan salido de nuevo a la calle, esta vez con una especial atención a la situación de la mujer en Canarias (la beligerancia que no cesa) y del Sáhara Occidental, conflicto político sin vías, parece, de solución. La publicación se presentó el jueves en la sede de la asociación cultural Equipo Para, colectivo que pretende provocar la reflexión con un discurso incómodo e irreverente, que perturbe la conciencia. Oportuna lanzadera para un joven, inconformista e inexcusable periodismo que se trabaja desde todos los ángulos.