La naturaleza corporal aporta un conocimiento sensible que es bueno. Y nos deleitamos en los atributos, por ejemplo, de mujeres y hombres que invitan a la contemplación. ¿Por qué no? Es algo así como lo que Kierkegaard denomina fase estética, actitud vital que persigue lo bello. Pero no se trata de una prosaica exploración del placer, sino que, además, profundiza en el arte e, incluso, en el sufrimiento o la angustia como camino hacia la esperanza. Luego, el filósofo danés va más allá. No se queda en la superficie y avanza hacia una fase ética e, incluso, hacia el hecho religioso. Conductas cercanas a criterios morales. Existencias plenas que se acercan a la belleza desde el ser y desde sus propiedades o características más o menos próximas a la armonía, perfección y claridad, enumera Tomás de Aquino. O sea, las cosas pueden ser bellas aunque haya personas incapaces de apreciarlas, aunque existan feministas radicales obcecadas en una ideología limitante. Es el caso de la concejal de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Asunción Frías, cuando espeta que las candidatas a Reina del Carnaval se ven como una simple percha. ¡No, mi niña! No son un cacharro colgadero. Tú las ves así porque pareces incapaz de abrazar, por ejemplo, a la flor inaccesible que sueña Samuel Taylor Coleridge o a la mujer que camina en la belleza de Lord Byron. Románticos que imaginan, que ansían el sentimiento. Tampoco alcanzas, da la impresión, el espíritu trascendente de Teresa de Jesús cuando muere porque no muere. O, simplemente, no has leído a Rafael Alberti que, pegado a la tierra, siente, a su manera, como la monja de Ávila: “No puede, no, no puede la belleza / morir o ser cegada / por cualquier conmoción o cataclismo”.
Sería positivo, Asun, en tu espíritu de mantener un debate sosegado, que no te cierres desde ya, un suponer, a contemplar que la mirada feminista no está reñida con la belleza y la mística de la feminidad. O a la de la masculinidad, que también existe. Intenta escuchar (una sugerencia) a feministas liberales que no piensan como tú, que, igualmente, combaten las desigualdades de género. La concejala de Fiestas, Gladis de Léon, te ha tendido la mano para promover todas aquellas medidas que mejoren la igualdad en las carnestolendas. Eso sí, no te perdona que la pataleta extremista esté perjudicando la imagen de la ciudad en Google, una urbe que el alcalde Bermúdez quiere turística, amable, comercial, smart, verde, pet-friendly y guapa. No obstante, reconocemos que la algarabía ha logrado algún éxito para la causa tuya: Gladis, en un ridículo papel de política políticamente correcta, ha soltado que en el certamen de marras no se valora el aspecto de la mujer. ¡Cómo que no! Las bases del certamen recogen que el jurado debe tener en cuenta la gracia, simpatía, interpretación y desenvoltura de la concursante. O sea, la galanura. El conjunto estético no se arrincona y ellas, que deciden libremente sobre su cuerpo, quieren gustar al respetable, a su mamá, al novio y a la tía Chona.
Gladis, no caigas en la trampa. No es antropológicamente reprobable que las mujeres y los hombres busquen la belleza personal. Una cosa es la discriminación sexual o sexista, o conductas sexistas, y otra bien distinta renegar de la validez del concepto de belleza, que es algo más que un gentil cacho carne. O así debería ser.
La tinerfeña Patricia Yurena Rodríguez lo tiene claro, muy claro. No se come la cabeza, ni se traba con trabaderas de barricada. Miss Tenerife en 2007, Miss España en 2008 y Primera Dama de Miss Universo en 2013, no reniega de los estilistas y del gimnasio y de las portadas de revista y de agotadoras sesiones fotográficas con poses sensuales, arrebatadoras, únicas… Y le encanta y le pagan muy bien por ello. Los concursos de belleza le han cambiado la vida. Y ha madurado desde los 17 años y ahora pisa fuerte en pos del trabajo bien hecho. Y es dueña de su hechura. Y ríe y llora y negocia y estudia y se cabrea, y, en ocasiones, quiere que la traten como a una reina. Y luce bikinazo, cuando puede, en El Médano, o taconazo y espalda al aire sobre alfombra roja.
Y un día se declaró lesbiana. Se distanció de la sexualidad biológica, se acercó a la diferencia de género y abrió el blog Hablando con Patri Yu. Y escribe letras como estas: “Busquemos la manera de ser, actuar acorde a nuestros principios. A veces, solos, queriéndonos a nosotros mismos. ¿Y tú que me lees? Aquí estamos, frente a frente, como locos que se quieren comer el mundo. ¿Vamos?”.
Vamos, Patri. Por cierto, ¡eres un pibón!