Ilustración: María Luisa Hodgson

Con el cuadro El entierro de Atala de Girodet empezó todo. Lástima que el sueño que era eterno esté, en la actualidad, más muerto que vivo. Maldito diablo. Luego el pintor y escultor Agustín Ibarrola impulsó amores con sus Cubos de la Memoria en el espigón del puerto de Yanes en Asturias y con unos troncos pintados en el bosque de Oma en Vizcaya. El arquitecto Virgilio Gutiérrez insufló, entonces, rebeldías. Y hasta la fecha. Aguijones en vena para una pasión por las bellas artes que creció en la sala de exposiciones del Colegio Oficial de Arquitectos de la capital tinerfeña que ahora visito de nuevo gracias a la exposición Broken line que comisaría Beatriz Lecuona y Óscar Hernández, pareja perenne. Aquel viaje que hice con ellos y demás a Miami nunca se olvidará. Difícil pasar por alto el pollo frito aquel que devoré junto a la Kerch Family en el market ni el baño en la playa gay de la beach frente a la mansión de Versace ni el espiritual negro que celebré en el templo aquel de Wynwood como si estuviera en medio de una misión divina ni la cagalera english con el artista Claudio Marrero, el último director del Ateneo de La Laguna antes de la funesta quema. Y en estas, asoma, de sopetón, Bea, sin el nazareno Óscar, el ser humano que mejor luce barba y melena cristiana. Pero Óscar está en otros quehaceres mundanos y, por el momento, solo toca cruzar confidencias con su media naranja, que bebe cerveza en lata, lía cigarros como de costumbre y parla brasileño fascinador. Tiene más bossa nova que el portugués. Y me cuenta y me alegro que dé clase en la erótica nueva Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna que impulsó Maribel Nazco a quien tengo abandonada pues todavía no he colgado el desnudo que me regaló. Y la cosa no está para desdeñar desnudos. Por cierto, el que tengo de Felipe Hodgson también está al abrigue. Y no es pelete, más bien desánimo, tortura romántica, saudade. Otro cantar fue el desnudo que una vez exhibió Claudio Marrero. Carne de cañón, echaba para atrás. Agitador. Pero eso es otra historia.

Con la colega docente Bea Lecuona hablamos del doctor en Historia del Arte Roc Laseca a quien, al igual que a Ibarrola, la Universidad le dio la espalda. A veces pasa. A veces la Enseñanza Superior patea a gente válida y acoge a tristes rebenques para desgracia. Fronteras lastimeras que separan, limitan y ciegan miradas amplias, pensamientos críticos. De estas líneas (delgadas de lejos y gruesas de cerca) va Broken line, hasta el 8 de enero. Será la primera parte de una mirada que continuará el 16 de enero en la Galería Lucía Mendoza de Madrid. Cada una de su madre y de su padre. La de aquí, desde aquí, sin exámenes de fuera que juzguen. La periferia existe según el punto de vista y Tenerife (Canarias) no es periferia de nadie. O no debería serlo. El profesor Andrés Sánchez Robayna manifiesta que los vanguardistas canarios nos enseñaron a ver nuestro entorno en la dimensión del espíritu universalista, característica fundamental del surrealismo que vemos también estos días en la exposición Gaceta de Arte y Bahaus, la esencia de la modernidad en nuestros días. Será hasta el 10 de enero en la sala de arte del Parque García Sanabria, comisariada por los diseñadores Matthias Beck y Lars Petter Amundsen. Con esta otra pareja no viajé a Miami, sí al proyecto Tipos en su tinta junto a mi padre, Rafael, antes de que su mundo gráfico escapase para siempre. Fue un regalo. Fue como volver a los tiempos de Gutenberg desde un repensar contemporáneo.

Con la creación es fácil henchir ventoleras al territorio de la rutina. Con la creación es posible un espejo absurdo, un espejo con una piña de plátanos y su ponzoña, una pista de baile que no y un segundo origen de azulejos, plástico y hierro. Crash.

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