Ilustración: María Luisa Hodgson

Confieso que no las tenía todas conmigo con la Radio Televisión Canaria (RTVC) por eso de ser un medio público. La intromisión que el poder político ejerce sobre ella, al igual que sucede en otras comunidades y, por supuesto, en la española, empaña el ejercicio periodístico que realizan quienes laboran en sus redacciones. Y aunque Francisco (Paco) Moreno, administrador único de la RTVC, sea una de esas personas que piensan que perro no come perro, creo que, en ocasiones, sí debemos practicar, sin excesos, el canibalismo para evitar abusos y malas praxis. Tenemos que cuidarnos, estar vigilantes y velar para que este servicio tan necesario en sociedades democráticas no sea utilizado para beneficio de intereses partidistas.

No las tenía todas conmigo pero Moreno, ayer viernes en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna, consiguió que la percepción que tenía de nuestra tele cambiase radicalmente. Conocía el buen hacer y valía del colega para el cargo que desempeña, pero sentirle cerca, respirar su talante, salpicarme con el oficio que atesora, escuchar sus maestrías y solturas fue suficiente para sumarme a la causa que dirige de nuevo tras dieciséis años de ausencia en la Casa. Después de más de dos décadas valorando, con luces y sombras, el trabajo primero y arduo de Jorge Bethencourt, Santiago González, Daniel Cerdán, Willy García, Santiago Negrín y José Carlos Naranjo, la RTVC emprende la madurez apoyándose en un veterano con muchas horas de vuelo en puestos directivos, cicatrices (algunas) que fortalecen y la compostura de un buen tío que sabe timonear en marejada.

El último viernes de octubre, en la querida Pirámide de Guajara, se habló, una vez más, de buen periodismo y, en este caso, de buena televisión. Aprendimos, también, con Cristina Alcaine (incansable como siempre), directora de Informativos y Contenidos del centro de producción de RTVE Canarias; Mapi Quintana, delegada de Atresmedia en Canarias, y Miguel Ángel Oliver, responsable en Mediaset de proyectos informativos no diarios. Con el exsecretario de estado de Comunicación (2018 – 2021) y demás asistentes coincidimos en la necesidad que tienen los medios tradicionales de reinventarse en tiempo real (la televisión envejece) para adaptarse a consumos actuales desde la exigencia tecnológica (¿qué está haciendo la gente joven? ¿Dónde están?) y en el éxito de la fórmula audiovisual, más vigente que nunca. Eso sí, alejada del televisor (me aburren tus historias de la tele) y próxima a cualquier otra pantalla (dispositivo móvil, tableta, ordenador…) o plataforma. Twitch, por ejemplo.

Las empresas de comunicación saben que si no se adaptan al nuevo medioambiente social van a sufrir. Son conscientes, asimismo, de que el periodismo no ha cambiado. Lo más importante sigue siendo el contenido, contar buenas historias, rápido y bien. Larga vida. La cuestión pasa por distinguirse de la desinformación que, a menudo, se vomita a través de las redes sociales.

Alrededor de ciento cincuenta estudiantes (con mascarilla), ávidos de sueños, y docentes, de igual forma rebeldes e inconformistas, palparon con ganas el espíritu universitario que cercenó la Pandemia. Las cafeterías han vuelto a servir menús y las amistades se estrechan en aulas y pasillos off line. Optimismo, prudencia y ánimo, como el que transmite el equipo del diario digital Periodismo ULL, iniciativa única en España que nació en 2016 con la idea de que el alumnado del Grado de Periodismo ejercite las competencias básicas del desempeño profesional mientras ahonda en la práctica del periodismo multimedia al amparo de las TIC. A propósito del encuentro celebrado en la Facultad, sus jóvenes integrantes fueron protagonistas de varios programas de la RTVC. El compromiso y actitud de este grupo sigue dando que hablar. Y lo que le queda.

Horas intensas en directo. Dentro vídeo. Y amor a primera vista con la periodista Nieves Rocha y ronda con Roberto González, reciente Premio Iris por la Academia de Televisión al mejor presentador de programas autonómicos. Pasa la tuna.

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