Ilustración: María Luisa Hodgson

Dinero y sexo que parece fácil. Prostitutas en bikini amenizan travesías a bordo de yates que entran y salen festivos de la marina. Tequila y buena música. Hace calor. Ventiladores consuelan terrazas en primera línea que se pagan con tarjetas Visa, plástico gringo del primer mundo. A tus órdenes, patrón. Suena Sting en un paraíso que no duerme al sur del sur en los enchilados cabos de Baja California. Sentada en la esquina una indita vieja, solitaria, menuda, cabizbaja, vende polvoroncitos envueltos en celofán entre burbujas y carcajadas de coronas y micheladas. Atrezo desapercibido en un escenario hedonista para disfrute de seres humanos black & white del Gigante del Norte con viseras de los Lakers y dólares de Biden. En el paseo marítimo, territorio abonado al menudeo de habanos, silver, pulseras, rosas, fishing…, una niña pedalea en bicicleta próxima a una rata fugaz que asoma en la escollera. A pocos metros, tetas, culos y testosterona de machos alfa contornean reguetón dentro de una pequeña alberca vip junto a hamacas y camas balinesas. Bajo el agua salada nadan peces con el lomo en carne viva. Ni pelícanos ni leones marinos se atreven con ellos. Un pájaro levanta el vuelo mientras un turista a proa graba con su celular el atraque del fueraborda en el pantalán. Anochece y David Summer entona «sufre mamón» en un parque temático ajeno al pijerío sin calcetines de Juan Bravo. Repsol asoma a lo alto sobre otros neones más terrenales de shows girls, hot dogs, tacos y hamburguesas XXL. Irrumpe el reggae de Bob Marley y la cabeza vuela a Jamaica entre gajos de naranja, mezcal en taza y sal de gusano. Luces fijas y parpadeantes se adueñan de la noche. Taconazos, escotes y perfumes de Chanel toman protagonismo. La Luna llena sobre París también encandila a tamales y güeis. En la mesa caen cebiches de camarones y pulpo, y platillo de chapulines. Asoma la brisa. Se agradece. Tiempo de levantar el campamento. Salsa, merengue y rancheras no son compromiso. Irrumpe una afroamericana obesa, inmensa, garbosa. No he visto nada igual. Son las veinte treinta, hora del Pacífico. ¡Arranca, mami! Un mendigo aborda la papelera, bouganvillas, tatuajes y el rap mexicano más cabrón. Freddie Mercury, totopos, Bunbury, mojitos, Camilo y Rosalía. La perorata indigenista del populista López Obrador no tiene cabida entre walking maps, luxury y guitarrones en vivo con amplis a la orilla del mar de Cortés.

La indita de manos cálidas continúa en la misma arista.

– Vuelva ya a casa. Es tarde.

– Sí, pronto.

– Cuídese.

– Igualmente.

Subes al autobús. Ruta del desierto. Vidas paralelas con cubrebocas. Carretera y manta. El Cristo en el salpicadero y José Luis Perales en la radio.

– Disculpe, señor. Se le ha caído algo.

¡Uff! Cojo el pasaporte. Bendita chamaca. Que la Guadalupe me la guarde.

Alto en el camino y meada en un infecto retrete.

Mil kilómetros al norte, en Ensenada, estudiantes de la Universidad Autónoma tocan en el exhotel Riviera. Trombón de varas, saxo, flauta travesera, bajo, trompeta, xilófono, bongós, timbales… La orquesta de Glenn Miller rejuvenece y recupera swims perdidos. Glamur de los años treinta en la histórica barra que creó el cóctel Margarita y acogió a Al Capone (dicen y desdicen) invitando a rondas y ruleta. Cerca de este encanto, la chamacada juega a mojarse en la colorida fuente musical del Malecón, abrigo a imponentes cruceros de Carnival Cruises y otras navieras que operan en la Riviera Mexicana. Las carretas venden cóctel de marisco, tacos de pescado, elotes, sandía, mango, piña… Gentío. A pocas cuadras de distancia, frente a la animada Cantina Hussong’s, un guarda jurado con chaleco antibalas cachea a amantes de cerveza y música en vivo.

Actos de violencia, balaceras y 16 periodistas asesinados en el País azteca en lo que va de 2022. El último, Juan Arjón, el 16 de agosto en el estado de Sonora. La corrupción policial y militar es el problema, escribe un colega valiente en Frontera, diario independiente de Tijuana.

México hostil, sufrido, amoroso, mestizo, querido, vibrante, enfrijolado.

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