Ilustración: María Luisa Hodgson

El libro La Tarde, 55 años de periodismo tinerfeño (1927-1982). El ocaso de la prensa vespertina en España, del que soy autor y presenté hace unos días junto a Salvador García Llanos, presidente de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz de Tenerife, y Humberto Hernández, presidente de la Academia Canaria de la Lengua, repara la deuda histórica que en Canarias se tenía con el periódico La Tarde, fundado por Francisco Martínez Viera, Matías Real y Víctor Zurita como respuesta a la división provincial del 23 de septiembre de 1927. En consecuencia, no nos equivocamos al afirmar que nos encontramos ante un medio informativo que se gestó para defender los intereses de Tenerife, línea editorial que mantuvo hasta su desaparición. No obstante, lejos de apasionamientos pleitistas, sus páginas desbordaron un periodismo instruido herencia del buen hacer de Víctor Zurita, uno de los grandes del periodismo en las Islas junto a Patricio Estévanez y Leoncio Rodríguez. La confrontación entre Tenerife y Gran Canaria, alimentada también por la clase política, tuvo, por ejemplo, algunos intercambios de pareceres entre Luis Doreste Silva, médico, escritor y colaborador del Diario de Las Palmas, y el propio Zurita. Eso sí, la ilustración de los polemistas situó la controversia en un modelo de cómo el desacuerdo puede ser instructivo. Actitudes ejemplares y firmes de las que, seguro, en la actualidad, debemos tomar nota. En este sentido, recordamos el oxímoron que Víctor Zurita le dedicó en una ocasión a la escritora María Rosa Alonso en el marco de una disputa: «Mi querida enemiga».

Hoy en día, esta dialéctica no se contempla. Hoy en día, la sociedad polarizada llama a filas a ordas que vomitan el insulto en las redes sociales. Y en la Cámara Baja y en tantas instituciones, incluida la universidad, academia de saludable réplica, en donde, a veces, se ningunea el debate. «Tu verdad no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela», escribió Antonio Machado.

Y no se confundan. La fogosidad digital no es periodismo. Pero como no podemos ponerle vallas a la comunicación, el desempeño periodístico tiene que distinguirse con calidad del desborde pseudoinformativo que nos agobia, de los bulos que entran sin llamar en nuestros dispositivos móviles.

La Tarde y, por ende, la sociedad a la que sirvió, sufrió otros azotes. A lo largo de 55 años, salvo en la Transición, convivió con periodos en donde la libertad de expresión estuvo maniatada: dictaduras de los generales Primo de Rivera y Francisco Franco, y Segunda República. Sí. En la Segunda República también se actuó contra la prensa no afín.

La Tarde mantuvo una postura más crítica hacia la dictadura de Primo de Rivera. Lógico, pues la de Franco fue especialmente implacable con los medios, obligándole a evitar enfrentarse a las claras contra el Franquismo por una simple cuestión de supervivencia. Respecto a los años de República, el Periódico se alineó con el sistema, aunque no ocultó su rechazo hacia la deriva extremista del Gobierno tras el triunfo electoral del Frente Popular.

La gran paradoja de La Tarde (un periódico liberal cimentado sobre una opción republicana) fue que construyó su edificio informativo en tiempos opresivos, obligando a que la pluma de Zurita y de tantos fuera afilada, certera y combativa, lo que originó que la autoridad pertinente reparase continuamente en el Vespertino, que se erigió en un refugio para la intelectualidad no afecta. Imposible olvidar a la Gaceta Semanal de las Artes. Imposible olvidar a Rafael Arozarena, Luis Diego Cuscoy, Isaac de Vega, Pedro García Cabrera, Emeterio Gutiérrez Albelo, Enrique Lite, Arturo Maccanti, Alberto Omar, Domingo Pérez Minik, Carlos Pinto Grote, Miguel Tarquis, Julio Tovar, Eduardo Westerdahl, Alfonso García-Ramos

Decenas de personas han contribuido a que hoy contemos con este libro editado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno canario. Decenas de personas que, con esfuerzo, generosidad, interés, sacrificio…, facilitaron gestiones y abrieron puertas. Elogio, además, el trabajo de quienes produjeron La Tarde durante más de cinco décadas. «Nos decíamos tanto / con las manos tan llenas. / Cada día más flacos / inventamos mareas, / tripulábamos barcos. / Yo encendía con besos / el mar en tus labios», cantó Enrique Urquijo.

Archivo