Ilustración: María Luisa Hodgson

Leo que en los últimos ocho años ha descendido un 18,4 % el número de matrículas en los grados de Periodismo en la universidad pública española, mientras que en la privada la caída es del 15 %. En cuanto a la Universidad de La Laguna, las cifras también muestran un retroceso: si en el curso 2015-2016 el Grado contaba con 364 estudiantes, el curso pasado la cifra se había reducido a 309.

A tenor de estos números, un articulista con escasos pelos en la cabeza, licenciado hace muchos años en Ciencias de la Información, ha arremetido sin fundamento contra la enseñanza universitaria del Periodismo. Inconsciente. No puede comparar su paso por las, en general, bisoñas facultades de hace treinta años con la actual realidad académica y docente de la comunicación en este tercer milenio. Y no puede, al mismo tiempo, porque la sociedad del momento difiere bastante de la analógica de principios de los años noventa del siglo XX.

Ya he escrito en más de una ocasión que vivimos la época más propicia de la historia para ejercer el periodismo y, por extensión, cualquier actividad vinculada a la comunicación: publicidad, relaciones públicas, marketing digital… ¿Por qué, entonces, este descenso de alumnado? Estimo que puede deberse a que todavía hay quienes continúan pensando solo en el periodismo tradicional a la hora de afrontar el futuro profesional, cuando la realidad es que hoy en día contamos con un apasionante panorama en donde el avance de las TIC marca la pauta. En 2023 y siguientes no se entiende el ejercicio del periodismo al margen de las plataformas sociales: Instagram, Twitch, TikTok… La sociedad es multimedia, rápida, tecnológica, innovadora. Las nuevas narrativas que se presentan desde los dispositivos móviles en nada se asemejan a los mensajes que se consumían ayer. Renovarse o morir. Por eso, quienes se licenciaron hace décadas y no se han adaptado al actual medioambiente deberían mantener la boca cerrada. En absoluto me preocupa la inteligencia artificial, sino la ascendente estupidez humana.

La necesidad de estar en conexión con calidad y criterio ha abierto, además, un sinfín de oportunidades laborales que antes no existían. El grado de Periodismo, al igual que los de Derecho, Psicología, Economía, Contabilidad y Finanzas, Arquitectura… habilita para el ejercicio liberal de la profesión desde el primer día. Empresas y entidades ávidas de asesoramiento en comunicación no faltan. En este sentido, el Secretariado de Prácticas y Empleabilidad de la Universidad de La Laguna presentará en próximas fechas un espacio coworking en la sede del Laboratorio de Comunicación del Centro académico con el objetivo de incentivar y acompañar el emprendimiento, magnífica iniciativa que impulsa el rector, Fran García, a quien conocí en julio de 2012 cuando era director de la Cátedra de Jóvenes Emprendedores de la Universidad de La Laguna. El kit de pasión e instrucción que impregnó en aquella escuela de verano continúa presente. Y a él continúo arrimándome.

La Pirámide de Guajara apunta alto. Cada vez más. El elenco docente que labora en sus despachos raya a gran altura como así se desprende del nivel de sus publicaciones científicas, participación en congresos y seminarios, acciones de transferencia con la sociedad y compromiso universitario. Que estudiantes españoles del programa de movilidad (SICUE) y de Erasmus elijan el Grado de Periodismo de La Laguna no es casualidad. Y que desde hace unos meses cuente con su primera catedrática, Carmen Rodríguez Wangüemert, tampoco. Motivos hay de sobra para forjar competencias en la Pirámide, sede, igualmente, del Máster Universitario en Innovación Comunicativa en las Organizaciones y de la redacción de Periodismo ULL, el único diario universitario de España y de los pocos en el Mundo.

Estudiar Periodismo es una de las decisiones más acertadas que, en la actualidad, se pueden tomar. Y si es en la ULL, aún mejor.

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