Ilustración: María Luisa Hodgson

Lo lleva en la sangre. No hay duda. Es rey hasta la médula. Le encanta posar bonito, lucir palmito para deleite del pueblo. Ya lo hacían sus otroras naftalinadas majestades y lo hace él, apolillado Borbón. Sin acritud, Felipe. Permíteme el adjetivo y el tuteo. Somos de la misma quinta. Y tal. Agradecemos tu empeño en darle un nuevo aire a la Monarquía española, pero la rancia Institución no encaja en la sociedad democrática actual. Lo de la hemoglobina azul es una majadería. Lo sabes. No tiene pies ni cabeza. Es un anacrónico verso libre.

Bien es verdad que dejar ahora mismo la jefatura del Estado en manos de la verborreica clase política es una temeridad, una irresponsabilidad, un ofuscamiento contemporáneo. La máxima representación de la unidad y permanencia hispana debe estar por encima de mezquindades, revanchismos y sectarios posicionamientos ideológicos. ¿Se imaginan a Rodríguez Zapatero, el que dinamitó la modélica Transición y hoy babea junto al iluminado Maduro, al frente de la Roja y Gualda? ¡Uff!

Con estos bueyes, mientras no mejore la cosa, más vale malo conocido. Alimentar a una familia educada, limpia, con estudios, cultivada en valores, de buena planta, que hable idiomas, no dé problemas… es una buena inversión para la imagen y solidez vernácula. Apartados los excesos de Juan Carlos y del yerno Urdangarín, y con Froilán y Federica fuera de la Casa Real, la línea a seguir está clara. En la granja de la Zarzuela (permitirme la comparancia) servir a España con transparencia, honestidad y reciedumbre es norma. No vale que el cochino flaquee o la vaca deje de dar leche. El show de Truman es implacable. No ha lugar medias tintas. Es lo que hay, Leonor. Te ha tocado, mija. Y si te tuerces o feneces, la papa caliente pasará a la niña Sofía.

Con las cartas sobre la mesa y atendiendo a cuestiones de marketing promocional, es bueno para el producto que Annie Leibovitz haya retratado a Felipe VI y a Letizia Ortiz. Si la mediática fotógrafa norteamericana, la mejor pagada del Mundo, ha inmortalizado a los seres humanos más célebres del planeta Tierra, no podíamos dejar escapar la ocasión. Tenía que dispararles. Y más considerando que ganó el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2013. Pero no siempre llueve a gusto. Y en este caso, probablemente, con razón. Faltó humanizar la marca, como, por ejemplo, hizo Barbie con la película después de décadas marcada por estereotipos que ya no encajaban con la mujer actual.

Sobró vestir al monarca con el uniforme de gran etiqueta de capitán general del Ejército con aires de Alfonso XII y a la consorte con un vestido de noche de Balenciaga de 1948 drapeado de tul de seda negro, vestido de faya de seda y escote palabra de honor, con una capa de gala en seda tafetán de color rosa que llevó la condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert, María del Carmen Ferrer-Cajigal de Robert, en la boda de Juan Carlos y Sofía en 1962. En el look también incluyó su anillo de Coreterno y joyas de la reina Victoria Eugenia: el collar de chatones y pendientes a juego. Todo muy vintage. Además, situarlos en el Salón Gasparini del Palacio Real de Madrid contribuyó a acentuar el carácter extemporáneo de las imágenes.

Las fotos casposas cuelgan en el Banco de España, entidad abocada a velar cada vez menos por billetes y monedas. El plástico y lo digital han cogido el testigo. Dios los cría y el abolengo se junta. Paciencia. El regio cincuentón del sesenta y ocho y la nieta del taxista harán todo lo posible para mantener el parque temático. Les va la pervivencia en ello. La Patria, pese a la naftalina, los necesita.

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