Ilustración: María Luisa Hodgson

José Pablo López (PSOE), Esther de la Mata (PSOE), Mercedes de Pablos (PSOE), Rosa León (PSOE), Angélica Rubio (PSOE), María Teresa Martín (Sumar), Marta Ribas (Sumar), Sergi Sol (ERC), Miquel Calçada (Junts), Mariano Muniesa (Podemos) y María Roncesvalles (PNV), mayoría en el Consejo de Administración de Radio Televisión Española, son responsables de que hace unos días se haya presentado con alfombra roja La familia de la Tele, otra bazofia para enmerdar las cabezas huecas que consumen basura.

Que sus nombres pasen a la historia de la infamia.

Una parte del dinero de nuestros impuestos (alrededor de ochenta mil euros por cada uno de sus 65 capítulos) se destinará a pagar a la troupe indigna que ha hecho del chismorreo su holgado medio de vida. Satisfacía antes a una obscena clase empresarial abonada al estiércol y ahora, a una impúdica clase política enfangada en el embuste.

Fue Joseph Goebbels, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, quien acuñó el conocido aserto de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Y así es como funciona de un tiempo a esta parte cierta calaña que sirve, un decir, a lo público ante la pasividad de una sociedad polarizada con nulo pensamiento crítico hacia la ascua de su sardina. ¿Cómo es posible que desde la página web de RTVE el osado periodista Alberto Rivas presente a La familia de la Tele como una apuesta por una televisión de calidad pensada para el entretenimiento familiar? ¿De verdad cree que el equipo colaborador está integrado por “profesionales expertos en temas muy diversos”? ¿Qué criterios maneja para valorar el currículum de Belén Esteban, Lydia Lozano, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros, Carlota Corredera o Chelo García-Cortés? ¿Cuáles son sus méritos dignos de elogio y reconocimiento? ¡Uff! Vientos favorables para la mediocridad. Malditos bueyes.

El trío presentador también muestra orgásmica satisfacción por el próximo estreno. Eso sí, mientras Inés Hernánd y Aitor Albizua (sepulcros blanqueados) justifican lo injustificable conscientes de que deben guardar las apariencias y no morder la mano que les da de comer, María Patiño, que es honesta en lo suyo y máster en Sálvame, no da gato por liebre aunque trabaje para la Pública. A ella, plin. Al pan, pan. Y al vino, vino: “No me voy a operar el cerebro, ni Matamoros va a cambiar su personalidad». ¡Ole! Esta es la Patiño. Con dos ovarios.

Sergio Calderón, director general de RTVE y otro de los artífices de la irrupción de La familia de la tele en las tardes de La 1, se abona igualmente a la consigna (entretenimiento y servicio público) para justificar el despropósito. No obstante, califica la propuesta de delirante, surrealista, esperpéntica… Mí no entender. ¿Considera este iluminado individuo que, en consonancia con la concepción literaria creada por Valle-Inclán, la deformación de la realidad acentuando los rasgos grotescos es bueno, provechoso, para la ciudadanía? ¿La alcahuetería es valiosa? ¿Poner en valor actitudes poco edificantes es conveniente? ¿Es adecuado que se programe en pleno horario infantil? ¿No debería incluir un rótulo permanente que advirtiera de que su consumo pone en peligro la salud?

Sí. Todo muy disparatado. Pero llueve sobre mojado. No vamos con el lirio. La operación diseñada para adocenar a España sigue su curso. El ya mentado José Pablo López, presidente de RTVE, comenzó el plan con el fichaje del humorista David Broncano, ejemplo de lo vulgar en prime time.

Y luego nos preocupa que seis de cada diez jóvenes en España consuman pornografía, que crezca la violencia machista en entornos escolares o que la juventud sienta dificultades graves relacionadas con la ansiedad y la depresión.

Tócate (con perdón) los huevos.

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