Mariano rajoy, Añbert Rivera y 'La Raíz del viento' de Martín Chirino

Ahí estaba, impertérrito, controlando la situación desde arriba y sin perder detalle. Aunque no fuera noticia, resultaba imposible desdeñar su presencia. Y no era primerizo. El cuadro ya había presidido otros encuentros para la galería. Pero estas entrevistas tenían algo especial. Sería el trascendente momento político y la calentura del verano. En canícula las curvas lucen más. Se destapan y fulguran con desparpajo. Y el aguafuerte de Martín Chirino ondulaciones tiene. Eso sí, no perturba tanto como la Lady que se pinta de rojo y caldea más el ambiente desde que asentara sus gráciles posaderas en Santa Cruz, con motivo de la I Exposición de Escultura en la Calle de 1973.

La dama se tuesta al sol en la plaza Alberto Sartoris de la capital tinerfeña, que llora la muerte de su cronista oficial Luis Cola. El populoso y sentido entierro lo ofició en Santa Lastenia monseñor Bernardo Álvarez, quien, recién llegado de la JMJ de Cracovia, estuvo especialmente lucido en su homilía. El obispo de la Nivariense regresó con las pilas cargadas y el ánimo resuelto. La ocasión merecía la plática.

Y la gentil Lady coge color ante la mirada de los arquitectos que la cortejan, al tiempo que recuperan protagonismos perdidos gracias al Colegio Oficial Interinsular, entidad profesional que aglutina a todas las Islas menos una. Su decano, Joaquín Mañoso, ha puesto estos días en solfa el Proyecto de Ley del Suelo insulario, a excepción del grancanario que va por libre y tiene quien lo defienda.

Pues La raíz del viento, que así se llama el grabado realizado en 2004 y del que existen 25 copias numeradas y firmadas, recobró protagonismo con Mariano Rajoy, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Y quién sabe si entre las ondas del trazo estaba enredada Ani Oramas. Ella, como el Chirino, es atlántica. Y, peripuesta, coge olas en la Carrera de San Jerónimo. Y junto al ciudadano confirma la abstención y, si se tercia, el sí. España (coño) no merece unas terceras elecciones.

El presidente en funciones también se reunió con Pedro Sánchez pero, esta vez, la obra del artista nacido en La Isleta no desplegó encantos. La misa aconteció en otra estancia del Congreso de los Diputados sin la manifestación del espíritu de la espiral, forjada en críticas, rebeldías y compromisos intelectuales y sociales que poco comulgan con ñoñerías. La sempiterna línea sinuosa del maestro no pudo desanudar limitaciones y parcas miras.

Martín Chirino ha sido un secundario de lujo en la ronda de contactos de cara a la investidura. Y agradecemos que la gran dimensión del papel (107 x 220 centímetros) y la fuerza que transmite haya llamado la atención de la cansina escena. Ahora, además, lo tenemos cerca en piezas de herrería en el vecino Castillo de la Luz que alberga su fundación de arte y pensamiento, un espacio en donde, como él mismo apunta, reina el equilibrio y la serenidad.

Chirino renegó hace años de sus paisanos del Nublo pero, ahora, nonagenario padre amoroso, está de vuelta. Y nos complace que su reciente aparición mediática haya iluminado la penumbra.

 

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