José Carlos Alberto, Marisa Tejedor y José Gómez Soliño

La exrectora estaba sentada con su muceta azul turquí entre el amarillo de José Carlos Alberto y el celeste de José Gómez Soliño, también catedráticos que rigieron en su día los destinos del primer centro superior de enseñanza de Canarias. Junto a doctos colegas, los tres asistieron este pasado martes trece en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna a la solemne apertura del nuevo curso académico, lo que siempre es una valiosa oportunidad para respirar tradición y cultura. Y en medio de este claustro multicolor de luces pensantes, representando a su majestad el rey Felipe VI, se ubicaba con flequillo y frac, Fernando Clavijo, a la sazón, entre otros honores, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, secretario general de Coalición Canaria en Tenerife y presidente del Ejecutivo autonómico. Seguro que más de una vez desvió la mirada hacia el fresco del techo, obra de Mariano de Cossío, en el que se representan alegorías de las diferentes ramas del conocimiento. Palmario que, durante la sesuda lección magistral (Lenguaje e inclusión educativa. Reflexiones para atenuar el fracaso escolar) del pedagogo Víctor Acosta, su mente su distrajo con las consecuencias de la moción de censura que acaecería en el Ayuntamiento de Granadilla dos días después. Es lo que tiene vivir en el monstruo y conocer sus entrañas.

Antonio Martinón, del mismo modo, rozó con las vísceras de la bestia cuando la política, hace años, revoloteó en torno a él, pero, como José Martí, tomó distancia. Y ahora, un poco más viejo, un poco más sabio y sin el lirio en la mano, no se despista con manejos mezquinos que a todas las siglas toca. Así, con la autoritas y porte que otorga el birrete negro magnífico y dos puñetas bien puestas, asentó desde el atril de San Fernando que la institución ilustrada no solo debe preocuparse por la empleabilidad de los estudiantes (lógico, y más en tiempos de Bolonia), sino que tiene que ser capaz de ir más allá y comprometerse con la sapiencia y la conservación, creación y transmisión de la instrucción científica en sus múltiples áreas de estudio. Estuvo acertado el matemático. Calculó con tino y expuso un discurso muy oportuno en estos tiempos de flojera intelectual en donde la limonada de El Rubius aliena a millones de jóvenes.

En 2017 se cumplen los 225 años de la fundación de la ULL, efeméride que no pasó desapercibida para el rector, quien anunció que una comisión presidida por Marisa Tejedor ya está trabajando en un ambicioso programa de actos. La ocasión merece el esfuerzo y la designación de la catedrática de Edafología y Química Agrícola supone una apuesta por la excelencia.

La que fuera rectora de La Laguna presenta un currículum profesional e investigador envidiable, aparte de que su reconocimiento entre la comunidad universitaria la avala para acometer con las mejores garantías de éxito las acciones que se diseñen. Aunque Marisa nunca se había ido, ahora, de nuevo, estará más cerca de su academia a la que tanto quiere, pues con ella ha amado, sufrido, llorado y reído. “Viva la Universidad, / vivan los profesores. / Vivan todos y cada uno / de sus miembros, / resplandezcan siempre”.

 

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