Ilustración: María Luisa Hodgson

Ayer viernes cené en el restaurante Divina Locura que Carol Díaz, Miriam de la Rosa y su hermano Eladio acaban de inaugurar en la calle Candelaria de la capital tinerfeña. Al frente de la cocina está el chef Antonio Correnti, que presenta un itinerario gastronómico inspirado en los siete pecados capitales. Magnífico. Se ubica en la antigua Casa Portuguesa, aquella tienda de juguetes, maquetas y artículos de broma que tanto frecuenté cuando era pibe. Compartí mesa con el dibujante Carlos Miranda y la eficaz gerente de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz, Carlota Cobo. Solo faltaron doña Rogelia, el chulesco pato Nicol, el león melancólico, Rodolfo, la deslenguada Daisy y la madre de las criaturas, Mari Carmen. La familia estaba invitada pero, al final, se quedó en su casa del Puerto de la Cruz, donde viven hace años. Maravilloso retiro. Me hubiera gustado reírme con los títeres parlantes, pero se quedaron dormidos. Rodolfo es el favorito de Mari Carmen. Es el más sensible de la progenie y por eso necesita mayores dosis de afecto y atención. El resto de integrantes de la farándula va más a su bola, es más independiente, incluso, doña Rogelia, que es de armas tomar.

Para estos muñecos no pasa el tiempo. Para nosotros sí. ¡Quién fuera muñeco! Mejor no. La vida es para gastarse. La vida, al final, cansa, escribí en mayo.

Crecí con la ventrílocua Mari Carmen en la tele de los dos rombos, el Un, dos, tres de Chicho Ibáñez Serrador, Mayra Gómez Kemp y la Ruperta. Crecí, también, con Lou Grant, el redactor jefe de Los Angeles Tribune. El actor que lo encarnaba, Ed Asner, falleció hace unos días, al igual que mi padrino, Tío Víctor, un caballero de los de antes, como la tele de los payasos Gaby, Fofó, Miliki, Fofito y, después, Milikito. Y la de Torrebruno y los sábados de tigres y leones. Y los lobos y el lirón careto de Félix Rodríguez de la Fuente. Y el mono Amedio.

Con Barrio Sésamo, tres globos y un libro gordo (de Petete) la inocencia de la EGB descubrió los pechos fuera de Afrodita A, la compañera de Mazinger Z. Hoy los pechos no son lo mismo. Se exhiben sin recato con y sin silicona. Hoy los pechos saben inglés y francés. En Instagram son XXL y, reivindicativos, reclaman su posición en el Mundo. Son pechos empoderados.

La tele de antes no era como la de ahora. Ahora se consume a la carta cuándo y cómo se quiere. Y se ve en dispositivos móviles y en pantalla plana. Y no hay carta de ajuste, ni himno español ni na. Y la imagen, si el wifi flaquea, se pixela. Es el bit que se ha empoderado.

Estos cambios disruptivos dan pie a la nostalgia, al apego por lo vintage, a acomodarse en el sillón de Sábado Cine y evocar el culo de Charlton Heston en El planeta de los simios. También vale la pena acercarse hasta la sala de arte del parque municipal García Sanabria y disfrutar con las cincuenta fotografías que descubren las caras más populares de la historia de Televisión Española durante los años sesenta, setenta y ochenta del todavía reciente siglo veinte. Fueron tomadas por Pedro Antonio Martínez Parra, fotógrafo de la desaparecida revista TP. La Muestra se presentó ayer y se podrá visitar hasta el próximo día 20. Una pena que Mari Carmen, ya con 78 primaveras, no pudiera acercarse hasta la inauguración. Sí intervino por videoconferencia, pero no es lo mismo. Maldito virus.

Carlos Miranda se sitúa al frente de esta nueva actividad de calidad y se lo agradecemos. Con personas como él es muy fácil galantear con la cultura e impulsar apetencias, como los ricos y tentadores platos de Divina Locura. ¿Qué tal unos futumakis de atún, langostinos, queso fresco, fresas, caviar y aguacates con mayonesa de plátano?

Archivo