Teníamos que arropar a Salvador García Llanos y a Jorge Bethencourt. Fácil quererles. El primero, presidente de la Asociación de Periodistas de Tenerife, presentaba hace unos días la nueva sede de nuestra casa, un magnífico espacio de periodismo y comunicación en el barrio de El Toscal, uno de los corazones históricos de la Capital tinerfeña. JB, por su parte, recogía el premio Patricio Estévanez como reconocimiento a su trayectoria, que es brillante, intensa y con retranca. Esta última desenvoltura, apuntada con tino por la vicepresidenta de la APT, Chicha Arozarena, es común con quienes tienen buena pluma. Y Jorge la tiene. Ahora, además, vanidosa sobre una peana que usará de pisapapeles o cogerá polvo en la rinconera. Un decir. El caso es que la pluma de don Patricio ha caído en buenas manos. Lo sabemos y lo saben los periodistas que ya la han recibido. Algunos todavía siguen por aquí (Elfidio Alonso, Juan Carlos Carballo, Fabri Díaz, Eliseo Izquierdo y José Antonio Pardellas) y otros (Ricardo Acirón y José Siverio) crían malvas.
JB fue presidente de la APT cuando la sede estaba en un puñetero quinto piso sin ascensor. En la actualidad, en cambio, Salvador, que es viejuno, no está para heroicidades, así que el local, a pie de la calle San Francisco, que antes fue iglesia evangélica o adventista del séptimo día o salón del reino de los testigos de Jehová (disculpen si no atino), le viene al pelo. Gran contribución, sin duda, a la sufrida canallesca que bien merecía un apeadero en condiciones.
De un tiempo a esta parte leemos a JB en sus recortes del periódico El Día y le escuchamos en Radio Club Tenerife, en donde tertulia con habilidad y desparpajo. Cuenta con amplia feligresía, en especial, entre la clase política, siempre ojo avizor a sus retrancas. Por eso, o por la auctoritas de Salvador (que la tiene), al acto asistieron el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez; el presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos; el consejero de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, Julio Pérez, y la vicepresidenta segunda del Cabildo de Tenerife, Berta Pérez. Demasiado cargo con voz en plaza. También intervino el presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, Miguel Noceda, y de nuevo tronó en mis oídos la cantinela de que no vivimos el mejor momento para el ejercicio periodístico. En fin. Pienso todo lo contrario y así lo siento en mis incursiones profesionales y lo expongo en el Grado de Periodismo de la Universidad de La Laguna. Larga vida a la innovación digital y al olor a tinta.
A la cita tampoco faltó monseñor Bernardo Álvarez (su aparición con efectos luminotécnicos fue celestial); la rectora, Rosa Aguilar; el senador Antonio Alarcó; el presidente de la Academia Canaria de la Lengua, Humberto Hernández (como si fuera de la casa); el diputado del Común, Rafael Yanes, y, lógicamente, estimables colegas de la profesión: Petra Fragoso, Juan Galarza, Cristina García Maffiotte, Carlos Lite, Paco Martín, José Carlos Marrero, Manuel Negrín, Luisa Amparo Ojeda, Enrique Rey Pitti, Juan Ruiz… y Juan Carlos Carballo y Eliseo Izquierdo. Este último, decano del periodismo tinerfeño y exredactor jefe de La Tarde, luce espléndido a los 91 años. La inauguración coincidió, por cierto, con la presentación de la exposición fotográfica Periodistas en Movimiento de Carlos González. O sea, plumillas en blanco y negro.
A principio de los noventa del XX unos cuantos veintitantos nos arrimamos a la ascua de la subdirección de JB. Fue en la Redacción salmantina del Diario de Avisos de Leopoldo Fernández y José Capón. Luego, un día se fue para dirigir La Gaceta de Canarias… Treinta años después el periodismo no ha cambiado. Todavía hay historias que contarle a la gente y papel de periódico para cubrirse de madrugada.