Ilustración: María Luisa Hodgson

Alfonso VIII, rey de Castilla, vivió su lance más glorioso el 16 de julio de 1212. Al frente de una alianza cristiana derrotaba al ejército del imperio Almohades en la localidad de Navas de Tolosa en el norte de la provincia de Jaén, junto a Despeñaperros. Fue, sin duda, la batalla decisiva de la Reconquista, pues tras ella el dominio musulmán menguó de forma paulatina hasta la derrota final, el 2 de enero de 1492, en Granada. Boabdil el Chico entregaba las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos y, desencantado, inmortalizaba la sentencia que le profirió su madre: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre”.

En la España de 2018 el socialista Pedro Sánchez, que siempre ha anhelado la presidencia del Gobierno a cualquier precio y así garantizarse un sueldo vitalicio y demás prebendas, ningunea refriegas heroicas y pacta con dinamiteros independentistas, populistas, corruptos y pancistas. Por un increíble servicio a la nación, mete en el corral a insaciables raposas ante la algazara revanchista de radicales de izquierda. Inconsciente, ya tiene el retiro que quería. En estas, Mariano Rajoy hipa con desconsuelo por lo que no supo preservar como gobernante e ignora una sentencia contra el Partido Popular por financiación ilegal. Arrogante, ¿por qué no convocaste elecciones anticipadas en otoño? Irresponsable. A gemir al valle. Pablo Iglesias, por su parte, hijo de la revuelta con nuevo chalé burgués y chantajista, se apunta al trozo del pastel que le sirven en bandeja, mientras que el ciudadano Rivera, inmerso en la orgía, huele sangre y baja a la arena en busca del cacho que más le beneficia. El hemiciclo se abate en su desvergüenza contable y solo la diputada Ana Oramas, que viene de la ultraperiferia, diserta impecable. Numerosas son las señorías que no levantan la mirada hacia el estrado. No se atreven. Lástima que la intervención ejemplar de la nacionalista haya coincidido con el informe demoledor de Cáritas, presentado por Leonardo Ruiz y monseñor Bernardo Álvarez, que sitúa a Canarias al sur del sur de España en los índices de pobreza.

La alianza frankenstein que ha creado el incombustible Sánchez (PSOE, Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, Compromìs, EH Bildu y Nueva Canarias) ya da sus primeros y groseros pasos. El monstruo ya vaga en su deformidad. Política infame.

Al monarca aquel castellano de la Baja Edad Media también se le rememora por haber promovido en el mismo año de 1212 la primera universidad española, al otorgarle el reconocimiento oficial al Estudio General de Palencia. Cerca de seis siglos después, en medio de otras fundaciones ilustradas, los alientos de la instrucción navegarán hasta Canarias. El 11 de marzo de 1792, Carlos IV aprueba la creación de la Universidad de San Fernando en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, instalándose en la actual sede de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, entidad que preside el exrector José Carlos Alberto. Esta institución se erigirá, con el tiempo, en el antecedente de la actual Universidad de La Laguna que conocemos y disfrutamos hoy en día.

Sería ingenuo no reconocerle miserias a la academia. Las tiene y son noticia. En sus claustros, facultades, escuelas y departamentos se viven escenas tan turbadoras como las acontecidas en la Carrera de San Jerónimo de Madrid. Es la condición humana de la que tanto se ha filosofado. Homo homini lupus (El hombre es un lobo para el hombre) popularizó Thomas Hobbes a raíz de publicar el Leviatán. Pero en medio del charco, la razón y la saludable discusión, que anhela juicio y progreso, son siempre bienvenidas. Gratifica el estudio sereno, la investigación rigurosa y la humildad de quienes, absortos en la prudencia de la erudición, se sienten minúsculos. Se trata de generar y participar conocimiento y ligazones. Ese es el empeño de Fran García, vicerrector de Relaciones con la Sociedad de la Universidad de La Laguna. Incansable y en sintonía con el rector, Antonio Martinón, no desiste en la voluntad de alcanzar los objetivos de comunicación, cercanía, calidad y transferencia propuestos, como unificar la identidad gráfica de la institución en una misma marca. Urgía la tarea. Y el resultado, que ya ha empezado a visualizarse, es muy satisfactorio.

La presencia de nuestro primer centro de enseñanza superior en el medioambiente sociopolítico, cultural y económico de la Isla y Canarias es cada vez más notoria y necesaria, sin olvidarnos de las acciones que realiza en los ámbitos nacional y extranjero gracias a la eficaz gestión de la vicerrectora de Internacionalización, Carmen Rubio. Doctores tiene la ULL para injerirse y empujar con luces y sensatez. Falta hace. Y con Fran García sucede.

 

 

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