Decalcomanía o ver donde otros no ven o ven otras cosas. Textos para personajes analógicos y digitales en paisajes de malpaís y salitre. Mátrix. San Borondón. La palabra y la imagen se crean con música y poesía. Mundos reales, de fantasía y surrealistas. La Tenerife de Óscar Domínguez empeñada en mortificarse en el calvario. Será la maldición de aquella casa tacorontera en la que dormitó el pintor junto a Roma, la pianista polaca que le ronroneaba al oído en Montmartre y luego avivó pasiones en partituras bañadas con sangre de drago. Holocaustos de ardor y sufrimiento, como los de su paisano Wladyslaw Szpilman, el intérprete de Roman Polanski abrazado, al igual que la amante, al Nocturno póstumo de Chopin.
Sueños rotos de Coalición Canaria, azote de Nivaria. Por eso el doctor Javier Rodríguez añora a la vieja ATI, aquella de Manuel Hermoso, Elías Bacallado, José Miguel Galván Bello, José Emilio García Gómez y resto de prohombres movilizados contra las hechuras grancanarias y, al tiempo, generosos con todas las islas. También la del Nublo. Es el histórico afán paternal, responsable y maldito del Teide que vela por sus peñascos, mal que pese, hijos egoístas de la condición insular. “En el valle profundo de mis tristezas, tú te alzas inconmovible y silencioso como una columna de oro”, recita Dulce María Loynaz, que pasó un verano en Tenerife. Y al igual que a la diputada de Esquerra Montse Bassas le importa un comino la gobernabilidad de España y se place en sus tribulaciones, en las Afortunadas hay quienes se regocijan con los sudores del senador Fernando Clavijo y demás fashion victims de las siete estrellas verdes: Carlos Alonso y José Manuel Bermúdez, pongamos. Y en estas, Ana Oramas, que se debe a sus votantes y a la coherencia electoral (dixit), brinda al sol y desafía al perro flaco que, revuelto, la castiga con mil euros de multa. Los más críticos del Comité Permanente (Mario Cabrera, David de la Hoz, Isaac Godoy…) pierden el pulso y José Miguel Barragán templa gaitas tras el tuit indignado. No es momento de ser más papistas que el papa. Inmersos en la travesía del desierto, mejor quitarle hierro a la falta muy grave que darle gas a la crisis. Los carnavales y el consejo nacional de mayo están a la vuelta de la esquina y no hay nada que no arregle un tequila boom o una playa con una chuleta, unas papas, una guitarra, unas garrafas de vino y dejar pasar el tiempo… Estrategia. La fiesta orgásmica de Pedro Sánchez con la progresía republicana y de ultraizquierda subida al tren de la débil rosa manoseada no pinta bien. Y Román Rodríguez, listo como una tea, lo sabe. Agazapado en la vicepresidencia de Ángel Víctor Torres espera el descarrile patrio para asestar el golpe certero en el patio canario. Los números con Rosa Dávila y los de más allá suman. Paciencia. Nueva Canarias necesita a Coalición Canaria, que, pese al descalabro, todavía arrastra. Al perenquén le crece el rabo.
Enero de cuesta y marejada, revoltura consustancial al circo político que escribiese el diputado Díaz-Estébanez, arena en donde pulula el fiel asistente de RR en Cortes, Pedro Quevedo, un galeno hábil con el bisturí, al tanto de lo que se cuece y comedido con los arrestos de su compañera ultraperiférica. Asamblea Majorera, además, cumple y enturbia lo justo. La trama y subtramas se ajustan al guion. Dejemos que Carolina Darias y Victoria Rosell, aclamadas por su cohorte de churumbeles, disfruten con Rufián de la grotesca cena de Viridiana. A Dios pongo por testigo.