El salón de actos del Colegio de Arquitectos parece más pequeño que cuando lo frecuenté con asiduidad durante doce años. Será que he crecido. Será que la distancia marca distancia y olvida. Me senté en una de sus butacas para acompañar a la arquitectura tinerfeña y a sus protagonistas, de quienes tanto aprendí y con quienes tanto compartí. Estos días están de enhorabuena. Celebran el cincuenta aniversario de la inauguración del edificio que es su casa y, también, un poco de Santa Cruz. Y para la ocasión, una magnífica exposición comisariada por Rafael Escobedo junto a Sofía Piñero, Domingo González, Elia Cuairán y Jorge Díaz con el apoyo en la producción, diseño gráfico y vídeo de Melián Estudio, Yambalaya Estudio y Nevus Visual.
Antes de verano me llamó Rafael Escobedo para invitarme a formar parte de su muestra. Acepté. Imposible decir que no. Moriré con la arquitectura y el urbanismo entre el tuétano de mis huesos. El trabajo de comunicación que desarrollamos debía estar presente, saber lo que había sucedido durante algo más de una década tenía que juntarse en dos grandes paneles, junto a carteles, libros, esculturas, cuadros… Y ahí están esas incontables palabras e imágenes (y las que faltan) que resumen historias de gente. Recuerdas momentos que llegaron y permanecen impresos. Te emocionas con la memoria y sus puntos suspensivos…
La exposición 50 Aniversario se clausurará el 4 de noviembre. Repasemos la arquitectura:
“Con Agustín Ibarrola empezó todo. Aquella primera página en la prensa tinerfeña (31 de marzo de 1998) se publicó gracias al aliento de otro artista enganchado a la genialidad (Miguel Arocha) y a la visión de un arquitecto (Virgilio Gutiérrez). Los tres, indisciplinados con la disciplina, insaciables con la creación. El artista vasco participaba en el curso Arquitectura y Paisaje organizado en Santa Cruz de Tenerife por la Demarcación de Tenerife, La Gomera y El Hierro del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. El territorio insular, limitado y frágil, encontraba amparo en un colectivo que durante doce años más (hasta 2010) opinó, batalló, perseveró… en el escenario de lo público. La arquitectura (el urbanismo) se posicionaba en la sociedad con criterio y pujanza. La Entidad Colegial afianzaba su protagonismo erigiéndose en una de las instituciones con mayor presencia (e influencia) del Archipiélago.
Fueron años maravillosos que coincidieron, además, con la explosión de una brillante generación de profesionales que llevó, incluso, a que la portada del catálogo de la exposición On-Site: New Architecture in Spain, que se exhibió en el Museo de Arte Moderno de Nueva York entre el 12 de febrero y el 1 de mayo de 2006, se ilustrase con el Centro Insular de Atletismo de Tenerife de Felipe Artengo, Fernando Menis y José María Rodríguez-Pastrana (AMP Arquitectos). La arquitectura atlántica, pegada a la sombra del Teide, a la tierra volcánica, al drago y a la maresía, atraía miradas, herencia del trabajo realizado por pioneros agitadores que mostraron el camino con maestría: Luis Cabrera, Rubens Henríquez… y, claro, Javier Díaz-Llanos y Vicente Saavedra, responsables del proyecto del edificio que todavía hoy, cinco décadas después, en el único número de la plaza Arquitecto Alberto Sartoris, arropa esculturas en la calle, barrunta sueños entre la montaña y la Rambla.
Confines, horizontes y una crisis económica que nos despeinó entre 2008 y 2014, especialmente voraz con el sector de la construcción. El área de Comunicación de la Demarcación se aparcó, entonces, ante la presión de urgencias vitales. Desánimo y unos laureles de indias abatidos que acabaron por aislarse del Alisio. Temblores, llantos, somnolencias… Cicatrices recientes para un Colegio, nuestro querido Colegio Oficial de Arquitectos, ahora sin C de Canarias (mundo chico), que ansía transitar de nuevo con el brío de una savia insubordinada, agitada, audaz, a veces insolente. Ganas de destapar, con descaro, las curvas de la Lady. Ella (y su apellido) así lo espera”.