Ilustración: María Luisa Hodgson

La única diferencia entre 2023 y 2022 es que el planeta Tierra inició hace unos días otra órbita elíptica alrededor del Sol. Por lo demás, todo igual. El año comenzó con el ya recurrente y cansino espectáculo campanero para que el rebaño de trapo entrase al trapo. Ja, ja, ja. Me río por no llorar. Las redes ardieron. Qué fácil pastorear.

El caso es que a excepción de unos seres humanos más o menos sobre el Planeta, miserias y grandezas con nombre y apellido continuarán escribiendo la historia para desgracia y fortuna. Cuerpos (y almas) amarillos, negros, cobrizos, blancos, mulatos y sus tonalidades seguirán (en gerundio) hablando, cantando, insultando, corriendo, socorriendo, cocinando, trabajando, ultrajando, brindando, zahiriendo, leyendo, comiendo, contaminando, meditando, pulpeando, intrigando, sudando, curando, gritando, enseñando, viajando, manipulando, salvando, miccionando, durmiendo, riendo, estudiando, mintiendo, amando, holgazaneando, investigando, migrando, sirviendo, tuiteando, bailando, pontificando, compitiendo, matando, honrando, murmurando, haciendo caca a todas horas. Caga el rey, caga la reina, el papa y Pedro Sánchez. Y caga la amante. La viña también da para enroscarse, rascarse, perfumarse, retratarse y grabarse. Vidas de Instagram y de Dorian Gray. Colores, texturas, carne, pescado, ni lo uno, ni lo otro. Una vela a Dios y otra al Diablo. Quien gana se lo lleva todo. O eso piensa. Pobre.

Aunque la existencia apunte a lo mismo, el ánimo empuja a poner lo necesario para que los meses que vienen por delante, contingencias aparte, sean los mejores de los vividos. Es el empuje de Virgo, afirman, cada vez más, personas próximas, queridas y abducidas por la astrología. Los rasgos de los signos del Zodiaco son tendencia. Al igual que la práctica del taichí, el yoga, el mindfulness y demás yoísmos antiestrés. Abracadabrismos esotéricos, naturistas y orientales en busca del nirvana, armonía interior entre piedras mágicas y aromaterapia. Oiga.

Sea como fuere y cada cual al ascua de su sardina, el futuro inmediato, decía, se presenta ilusionante. Preferible si se afronta pegado (¡ay mamita!) con Rosalía y Raphael. Además, lo que bien empieza bien acaba. Y la cosa pinta con el fotógrafo Poldo Cebrián que, escapose de su jardín de El Sauzal, observa Santa Cruz en medio del gentío. El próximo 16 volveré a verle en la Real Academia Canaria de las Bellas Artes de San Miguel Arcángel junto a Efraín Pintos. Y estará la pintora Rufina Santana. A su vera me sentaré. A su luz me arrimo para encender farolas. Con ella, Paco Curbelo y Dolores Delgado amaneceré en Puerto Calero. Y Poldo, si quiere, fotografiará la piel.

En Ireneo, además, en el entreacto, hablaremos sin apasionamientos del gabacho, de Rodin, de democracia y discrepancia. Y también del cincuenta aniversario de la Exposición de Escultura en la Calle. Ahora se trata de estar a la altura de la vanguardia que fuimos. Puertas y ventanas abiertas.

Enero, de igual forma, se ilumina con un nuevo proyecto del arquitecto playero Eloy González y del empresario Nacho Zerolo, siempre aunque no se vea. Con los dos me tomaré vaso vino en El Bailadero. Y queso, garbanzas, escaldón y puchero. Luego, con la profesora universitaria Milena Trenta y colegas de la frontera, estudiaremos tierras que no son, territorios donde viven, mueren, desaparecen… personas que necesitan una vida que les cambie la vida. Y una mano, una sonrisa y un amanecer.

Caminante, camino y al final de la cabalgata de sus majestades de Oriente la carroza del carbón con su carbonero a ritmo de batucada. Escaparate ruidoso. Multitud. En el fondo, melancolía. Subimos a La Laguna y a sus verodes en un tranvía asfixiante. Mascarilla hacia la huerta marchita. Después un taxi y frío. No hay perfume en el escorzo ni rescoldo, solo la mar y las naranjas de Pedro García Cabrera.  

Buenas noches, buenas tardes y buenos días.

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