La acción comercial del Hotel Botánico, propiedad de Wolfgang Kiessling, presidente del Grupo Loro Parque, no se vinculaba hace años al Puerto de la Cruz. Lógico. La Ciudad Turística, destino pionero en Canarias, había tocado fondo tras numerosos gobiernos municipales instalados en la mediocridad. De un tiempo a esta parte frecuento sus encantadoras calles y no puedo más que cerciorar el gran ambiente que las anima. La rehabilitación de la vetusta planta alojativa ha dado buenos resultados, magnífica labor que inició en 2010 el especialista en urbanismo Fernando Senante. Su trabajo dejó huella y el hechizo del batiente sobre Martiánez vuelve a atraer a inversionistas, visitantes, promesas y amores.
Y en lo alto, en la atalaya del Parque Taoro, el que fuera el gran hotel más antiguo de España, avanza firme hacia su reapertura a finales de año. La concesionaria, Tropical Turística Canaria, es garantía de eficiencia. Solo hay que visitar Las Terrazas de Abama en Guía de Isora, también al cuidado de la pujante cadena hotelera de la familia Polanco, para confiar en su buen hacer. Este enclave luxury del suroeste de Tenerife se ha erigido en el referente de ocio y descanso más exclusivo del Archipiélago y, seguramente, de España. Con un desarrollo ejemplar y edificaciones diseñadas por reconocidos arquitectos comprometidos con la calidad y el territorio (Virgilio Gutiérrez, Corona Amaral o Leonardo Omar), es tierra volcánica de oro. Con el afable irlandés Brendan Breen, director de Desarrollo de Negocio, resulta fácil caminar bajo el sonriente azul.
En el Parque Taoro se levanta la iglesia anglicana de Todos los Santos, herencia de la colonia inglesa que en el siglo XIX se asentó en el valle que antes había seducido al naturalista alemán Alexander von Humboldt y después a la escritora y poetisa cubana Dulce María Loynaz. Un cercano busto entre ñameras recuerda a esta sugerente mujer, uno de los seres humanos que mejor ha escrito sobre Tenerife. Aquel verano primaveral con colores de buganvilla la poesía floreció en la prosa.
En consonancia con el renacer portuense, el Hotel Botánico presenta la nueva carta de su restaurante de cocina mediterránea, il pappagallo. Preside la agradable velada el administrador del emblemático Establecimiento, José Carlos Francisco. La propiedad está de viaje y toca hacer los honores. Quien fuera presidente de la CEOE de Tenerife, en la actualidad al frente del Consejo Económico y Social, no ha perdido la desenvoltura y el buen gusto. A su diestra se sienta el periodista José Carlos Marrero. Tras un nuevo éxito de GastroCanarias se regala un merecido homenaje. Los dos toman la palabra. El primero, por anfitrión. El segundo, por invitación. En absoluto pretende emular a José Rodríguez cuando era el más viejo del lugar y la prensa cortaba bacalao.
Pichones de la Casa (Yusef Amaioua, Enrique Robayna y Rossana Gill) departen cordiales con el numeroso grupo de comensales. La jefatura (Patricio Fier, Hans Müller y Montse Vázquez) da el visto bueno. Todo sale a pedir de boca. El menú que ha dirigido la joven chef Ría Jahnke, formada en el Hotel Escuela de la Capital tinerfeña y en fogones del Cantábrico, es un deleite: Vitello tonnato de ternera lechal con polvo de aceituna negra y alcaparras, Sopa fría de melón anisada con ricotta y albahaca, Rodaballo al grill con alioli de ajo tostado y cremoso de tomate, Bottoni relleno de rabo de vaca, parmentier ligera y trompetas de la muerte. Finalizamos con Delicia de limón y Babá al ron con crema chantilly. La bodega acompaña: Alisia Pinot Grigio, D. O. delle Venezie (2022) y Granaio D. O. Chianti classico (2021). El jefe de sala, Santiago Labrador, vela por la excelencia.
Un nuevo sol brilla en el Puerto de la Cruz.