Ilustración: María Luisa Hodgson

Ana Guerra ganó enteros ante sus paisanos cuando, en un reciente hormiguero de Pablo Motos, reivindicó la papa frente a la patata (voz dialectal del español peninsular) después de que en su momento, junto a un televisivo piano de cola, renegase del dialecto que la amamantó y, luego, bajo el deslumbre de múltiples apariciones públicas, pronunciase las eses finales y el vosotros en vez del ustedes. El postureo godo de la cantante, incomprensible considerando que el español meridional es el más entonado en el mundo hispano (ya lo he escrito), escenificó un absurdo complejo de inferioridad lingüística, lo que es ridículo pues en España y en todos los países de Iberoamérica no existen variedades más prestigiosas que otras.

Al igual que la decaída coleta de Pablo Iglesias es marca de la casa y ningún asesor político que se precie le sugeriría cortársela, quiero pensar que alguien del círculo profesional de la exconcursante de Operación Triunfo ya le ha dejado claro que la modalidad del habla canaria es un valor de producción que amplía afectos. Por eso, sospecho que, consciente de la metedura de pata e inmersa en la reflexión, la exitosa lagunera ha iniciado la reconquista de sus orígenes con la defensa del nombre de la papa. ¡Arráyate un millo, mi niña!

Envanecido el tubérculo, este se lució también en el Congreso Internacional Madrid Fusión celebrado hace escasos días en la capital del Reino, de los callos y de los bocadillos de calamares. Sucedió en una presentación que contó con la presencia de los cocineros peruanos Mitshuharo Tsumura y Omar Malpartida, y de nuestro Erlantz Gorostiza, del restaurante M.B. del Ritz Carlton Abama, el único a este lado del Atlántico con dos estrellas Michelin. La participación de estos chefs no fue casualidad, ya que la Papa Antigua de Canarias (denominación de origen protegida que aglutina a 29 especies y se cultiva especialmente en Tenerife y La Palma) es oriunda de los Andes.

Junto a Gorostiza, la delegación tinerfeña, que acudió bajo la marca promocional Gastro Experience, estuvo representada por Isidro Álvarez (San Diego, La Orotava), Javier Gómez (Compostelana Plaza de España, Santa Cruz), Samuel Hernández (El Lagarto, La Caleta de Adeje), Diana Marcelino (Hotel Rural Finca Salamanca, Güímar), Jesús Marrero (El Ancla, Hotel Arenas del Mar, El Médano), Daniel Mesa (Hotel Bitácora, Playa de las Américas), Niki Pavanelli (Il Bocconcino de Olivia, La Caleta de Adeje) y Pablo Pastor, presidente de la Asociación de Cocineros y Reposteros de Canarias (Acyre).

De igual forma, durante la cita gastronómica la Isla sacó pecho por el buen hacer de Montesano (la empresa cárnica de Martín García Garzón acudió con estand propio) y por sus mieles y vinos, sector que continúa dividido a raíz del enquistado desencuentro entre la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (Guillermo Caldentey, Hugo Luengo, Juan Jesús Méndez, Felipe Monje, Clara Rodríguez…) y el Cabildo MBA de Jesús Morales, Alberto Bernabé y Carlos Alonso. Por cierto, la Institución insular, para dicha de Efraín Medina y demás opositores al papafrita de Maduro, ha acordado avalar las acciones que está realizando la Asamblea Nacional de Venezuela e instar a la comunidad internacional al reconocimiento de Juan Gerardo Guaidó, con el objetivo de celebrar elecciones libres. Esperamos verlas. Ya es hora de que nuestra querida, cercana y doliente Octava Isla (con el permiso de La Graciosa) prescinda del despotismo iletrado y enderece rumbo hacia la estabilidad y el progreso.

Aparte del alimento feculento, otros productos de la tierra guanche (gofio, quesos, plátano…) hicieron las delicias de los miles de visitantes que acudieron a la cumbre culinaria del Oso y el Madroño al emplatarse como Ajoblanco de aguacate con tartar de bonito y sangacho (Jesús Marrero) o Lingote de stinco y taleggio con mojo de tomate seco y yema de huevo (Javier Gómez), que fue segundo premio nacional en la Ruta de la Tapa. Nuevo laurel a la restauración isleña, que no sabe qué es la papita suave, verbigracia, Braulio Simancas que, tras dejar Las Aguas del Gran Hotel Bahía del Duque de Fachi Zamorano, ha vuelto a abrir, junto a su mujer Omayra Martín y eficaz equipo (María Aruajo y Luz María Fuentes), el Silbo Gomero que le hizo grande. Vista la seducción, no tardaré en reservar mesa. La brisa del mar ha vuelto a Los Majuelos. Es la pasión de los primeros espadas que encandilan y no acostumbran a los noveles. Es la consecuencia del liderazgo incontestable de un colectivo que se organiza en torno a Acyre, iniciativa impulsada en 2014 por el economista Domingo Pérez y los cocineros Juan Carlos Clemente y Pablo Pastor, que desde que se afincó en Tenerife en 1993 no ha parado de sazonar y realzar sabrosuras entre colegas de fogones que visten chaquetillas de alta cocina. El resultado salta al paladar y cautiva a la cada vez más exigente clientela local y a los turistas que demandan algo más que sol y playa.

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