La lucha feminista no tendría que ser una guerra de géneros sino una magnífica oportunidad para construir un nuevo humanismo.
La burbuja feminista, sin necesidad de pincharla, debe empezar a desinflarse con sosiego. Estirar el chicle ya masticado del género es contraproducente.
La plena incorporación de la mujer y resto de percepciones arcoíris a todas las facetas de la vida requiere la adaptación de la lengua a un nuevo medioambiente en donde no tiene sentido el empleo del tradicional masculino genérico, herencia de una visión androcentrista anacrónica con el tiempo que vivimos.
En este veinte veinte la realidad ha variado sustancialmente y no parece dañoso que desde los medios de comunicación, centros educativos… se trabaje en una transformación sosegada del uso del género. Esto requiere esfuerzo y la asunción paulatina de términos inclusivos, perífrasis, feminizar correctamente o desdoblar sin caer en el abuso.
El presidente de la Academia Canaria de la Lengua, dos filólogos de Málaga y un periodista reivindican el español meridional, el más hablado en el Mundo